miércoles, 20 de octubre de 2010

UN DÍA ESTUVE AQUÍ

                                    y un pájaro acuático 
                                   se ríe de sus lágrimas
                                                   V. HOLAN

Un día estuve aquí.
Viví con cinco dedos,
con una mano abierta.
La tarde me sonríe, otro poema,
otro que es el mismo:
el de siempre, el de nunca, el de ahora.
El verbo se reinventa. Reinventamos la escena.
Aparece la casa. Otra casa. Otra niebla.
Somos los mismos de ayer,
los mismos fantasmas de ayer,
pero no sabemos mirar
y sacudir el fuego de las nubes,
su llama de amor viva,
los cuerpos bañados en la sangre de Dios,
un ángel en el camino inacabado,
en el desierto sin término,
ilimitado paisaje donde escucho tu ardor
y tú me miras como si fuera tu hijo.


Luis Llorente Benito,
20-10-2010

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