viernes, 8 de octubre de 2010

LA VERDAD EN MÍ

La verdad es un pájaro que escuch,
la mirada inocente de una niña,
el temblor de un ángel en el borde de la luz,
la respuesta inédita a la pregunta sin tregua,
el pronombre repetido que se refiere a ti.

La verdad es tu nombre insepulto en las orillas de Dios,
tu cuerpo abandonado y sin reloj,
el grito abandonado tras la lluvia.

La verdad es la voz extinta que todavía se oye
entre las paredes del templo,
el aullido del lobo que se aleja,
el sonido azul que se acerca lentamente,
el río sin agua y el jardín cerrado
donde el amor es una fuente de mármol.

La verdad es el silencio de la estatua,
su mutismo de acero inoxidable,
su perpleja estancia perpetua,
la eternidad que la luna nombra
porque se atreve a desnudarse.

La verdad es saber que estamos aquí
para encontrar la luz. En la esfera
del tiempo, en el círculo de fuego
que inventamos. En la sonrisa
que dibuja el viento.

En el resplandor efímero que estamos escribiendo.

La verdad es el rumor del mundo
en la inquieta sospecha enamorada,
en la frágil llama que tarda en apagarse,
en la flor inmarcesible
que anuncia el clamor alegre de la tierra.

La verdad es el cielo de tus ojos
cuando saben que el miedo no existe.
La verdad es el olvido de saberse vivo,
la memoria perdida o el insomnio
de una noche de marzo.
                                     La verdad es tumbarse aquí,
en este lecho abandonado,
y escuchar la luz enredada en el canto de los pájaros,
bañada en la belleza del desorden,
y entregarse al sueño como un abrazo inocente.

La verdad es caminar por esta línea
y no caerse (como el trapecista por la cuerda floja),
encontrando el sendero prometido:
caminar
con la certeza de saber
que la luz
está conmigo.


Luis Llorente Benito,
de La rutina de la nieve (abril-junio 2009), editado en 2010

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