viernes, 12 de julio de 2013

AGITA LAS HOJAS...




Agita las hojas el viento huracanado.
Comprendes la belleza
con el dolor de lo que acaba.

Este árbol tiene sangre
igual que el pájaro.
Condena del tiempo y de la voz.
Signo de una furia enfebrecida,
quién lo diría ahora
si no estuviera aquí, pulsado
como rito entre las cosas, llevado
e impelido. Qué signo diferente,
qué señal levanta su estatura
en un lugar sin apariencia.
(De mirada vencida por tanta mansedumbre).
La belleza de amar en lo que pasa,
pátina que no reduce su desgaste.

Caminas por el campo y es verano.
Hay una secreta transparencia.
El viento sigue y te recuerda
que no sabes. (Nada conoces). Nada
en los agitados árboles, hojas del párpado
que perteneció a los mismos ojos.
Sigue cuidando el día
toda la luz robada. Suena la belleza
entre la música del tiempo. La alegría de vivir
está en tus manos (sangre y fuego
que se agitan). Aquí
no sigas mirando. Aquí sólo cierra
tus ojos y encuentra
ese silencio. Las llaves
del antiguo corazón
que no se muestra. Al fondo está la tarde
y otro día empieza. Todo sigue
y renace. El mar es un cuadro
bajo el cielo. Todo el rumor
de lo que muere. (Escucha,
escucha). Muestra el don inexpresable,
el legítimo gozo de la vida,
la sencilla belleza de las cosas.



-
L.

CAMINA...




Camina sobre puentes vacíos
en la pausada música del viento.
Se extingue a su paso
la revelación del miedo. Conoce
los lugares que habitó
en antiguos días ya olvidados.
El tiempo era un cadáver,
barro en los perfumes
de esa luna que nacía
en los ángulos del mundo.
Ante un rostro de luz
mira en silencio la materia.
Recorre la última lámpara,
figuración extrema,
fiebre sin descenso,
sueño que no abre
los tallos de su flor.
Rincón nocturno y su intemperie.
El piano sagrado que sonaba
en las horas más altas del verano.
¿Dónde el temblor
de las bombillas, las cuerdas
y signos desvelados? ¿Y todo
el mirar del alba
en qué otro sueño
fue rodando? ¿Qué vigilia
en su escondida muerte
halló las vértebras del día?
¿Qué latido de qué sangre?
¿Qué sonora delgadez
que repta por costados
sin aliento? Y en tu carne
la memoria está vencida,
viviendo con la noche
más allá de lo muriendo.



-
L.

martes, 2 de julio de 2013

EN...



                                         bajo la ley del mediodía absorto
                                                                       OCTAVIO PAZ


En la ocurrencia sagrada de la noche. Y
los ojos que preguntan dónde mueres. En
la voz que se tensa sobre el río. Y
los huecos de la lluvia sonando en el silencio. En
las cansadas cuerdas del amor. Y
los párpados que abren la memoria. En
el sueño que colgaba del instante. Y
las letras de agua de tus manos. En
las inmensas despedidas que no nacen. Y
la abierta soledad del día. En
la tarde olvidada de los pájaros. Y
el campo que fluye y se remansa. En
las horas del cuerpo que inventó la luz. Y
el poema que nace en lo visible. En
la tela del reino de la fiebre. Y
el insomne que mira y que pregunta. En
el paso evaporado de tu nombre. Y
el grito absoluto en la penumbra. En
el amarillo páramo naciente. Y
la sangre sin dios de la libélula. En
la nube que recorre

un más antiguo cielo. Y
las pestañas del ángel. En
el límite oblicuo de la llama. Y
tu voz que es canto y permanencia.