martes, 27 de diciembre de 2011

LA CABEZA CONTRA EL CIELO (II)

El cielo cabalga con temor en la lechosa noche granulada.
                                                                                          Anne Michaels

La cabeza contra el cielo.
Y solamente
seguir con su paso en el abismo.
Como una planicie
al fondo de la ciudad secreta, medir
la sombra, ensayar
el origen de la luz y el peso
de la lluvia de diciembre.
                                                    Aquí
descansa el ruido, los libros empolvados,
el beso de la muerte
en el silencio, el resto del día
que se va extinguiendo y nunca
será esta llama en la memoria.
La carne, su sentido oculto,
el espíritu del tiempo en esta habitación
bajo la luz amarilla de la lámpara.
La intimidad que nos une y nos convoca.
(Pensar en ella y saber que está
amándome tan lejos, feliz en su lugar,
en su paisaje, en su rutina o circunstancia).
Aquí descansa el ruido, vierto
agua en el vaso de la muerte
y es la vida disfrazada. Aquí el día
lento y fugitivo, y todo lo que huye bien termina,
y todo lo que termina
es una forma de la huida. Aquí el poema
transparente, las palabras
sobre el limpio silencio, la distancia
entre la luz
y el origen de la perspectiva: el cuadro o el dibujo,
este lugar,
y tu nombre
bajo la lluvia
que empieza a oírse en la ventana.


Luis Llorente
27-12-2011

sábado, 24 de diciembre de 2011

Tres poemas



Tenía la sed de un tumulto equivocado.
Un destino sobre el alba
se cumplía lentamente. Los tímidos paisajes de la noche
irrumpiendo, nombrando
la voz en duermevela,
las sílabas del mundo en sus palabras
transparentes, letra de agua, palabra
invisible sobre el canto,
reflejo de ti, anuncio
de la aurora, vientre largo
que se tensa como un puente, frutos
habitados, ternura de lo fértil: aquí
somos la palabra que nunca
diremos, y ahora la noche es una hormiga
perdida en el desierto, y sucede
a todo lo que ya
no ha sido, a todo lo que estuvo aquí,
con la sed de un tumulto equivocado.




En esta hora sagrada
te amo. La posesión no entiende
el mundo. (Nunca es posesión,
sino entrega). Aquí la noche en el umbral
dibuja los insectos azules del sueño,
los violines destejidos en la lluvia,
las lámparas
vomitando luz sobre el piano
en una sala vacía. Y el fantasma de ti,
ahora que vengo sobre esta dormida aguja
del cielo, es un cuerpo que se alarga
en el bosque de la espera, legítimo
temblor, nunca tanta muerte
compartida, nunca tanto origen
nuestro, nunca tanto amor
sobre los labios
de dos cuerpos unidos
por el fulgor de un largo beso.




Y mirarte
como rueda la luz
en las farolas de diciembre. Ebrio
de deseo, fingidamente amando,
rompiendo las costillas del silencio
y entregando
toda mi luz
a toda tu luz,
todos mis ojos
bajo el techo del mundo, ese arco negro
de la noche, ese muerto invisible,
ese dios que nunca escucha, la mirada
en la tierra, la calle sin tus pasos,
la locura que se agita, la ebriedad del tiempo
y su desgaste. El peso de la niebla

y el veneno
del amor.
La música del tigre
y su secreto. Escucho, comprendo
los animales sagrados, la costumbre
del encierro transparente, el interior sellado, ese oscuro
dominio,
el sueño líquido
chocando contra el muro,
el círculo de fuego. Escucho, comprendo
tu cuerpo y sigo
siendo tu noche. Escucho, comprendo
y te persigo
y me persigues,
y dame toda tu luz

como al vampiro le das sangre.


Luis Llorente
24-12-2011

viernes, 23 de diciembre de 2011

LA VACA MUERTA

Tímido afán este vivir cerrado.
Tímida sombra entre la sombra ausente.
                               J. M. MUÑOZ QUIRÓS

Ha muerto una vaca y nace el hechizo de este campo.
El cáliz se apresura y estalla en la sombra. Las sílabas
lo dicen todo. Es de noche y empieza a vivir

tras la humedad de la sal. El río cambia de forma
y hay caracoles excavando en el silencio. Las raíces
de esa flor no parecen del reino de la vaca. Es su sangre
y su excremento. Todo empieza en este secreto espacio
sin nombre. Amanece el cielo en la memoria. Pero
ahora es de noche
y no hay más guarida que este fuego, esta forma de mirar
en los vértices del extraño paraíso. Y todo se convoca
bajo la noche,
y lo indefenso abre un surco
y deja allí lo inhabitable. Invisible lugar
que ya vuelas, tímida luz
en mis lágrimas cerradas.


Campo a las afueras de Segovia, 23-12-2011

martes, 20 de diciembre de 2011

poema


Este poema.
Esta luz que cruza
de un lugar extinguido
a otro lugar
extinguido. El vuelo del sombrero
en aquel señor que dibuja su muerte
por la calle. El ruido
del coche
que pasa solo, en esa calle oscura
y tan vacía. El peso del silencio
y las astillas del mundo: un cartílago
ardiendo en la memoria. Este contenido
llanto tras un disfraz. (Y qué disfraz,
cómo ponérselo). Y nadie sabe, ninguno sabe
dónde está el camino. En toda duda
hay un pájaro que cae. En todo pájaro
un corazón oxidado que define
el tiempo y su secreto. Aquí no el muro
sobre el vientre. Aquí la fingida tristeza
nauseabunda. Este poema. Este verso
que no digo. Esta calle. Este insomnio.
Estos ojos que se alargan sobre el canto
y el ángulo exacto de la luz inerte.

Esta sorpresa inevitable.


Segovia, 20-12-2011

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL DISFRAZ DEL TIEMPO

                                Esa tienda ya la han quitado.
                                                       Un señor mayor

Si del amor nos llega la nostalgia
y sabemos cómo se atraviesa
un muro en el vacío, y de la luz tan sólo
queda un resto que vuelve de otra noche,
y las ciudades tienen labios de mentira,
y los ojos y los pasos
corren
tras el perfil del tiempo
como aquello que resiste en la memoria,
y entonces el olvido
es una hora aproximadamente blanca,
y sólo hay ceniza sobre el día
cuando contemplo este amanecer sin nadie
como una herida que define el cuerpo,
y el regreso me llama
con una lluvia de guantes oscuros, y ese pájaro que ahí
repite su canto: hace un año en este patio lo escuché
y ahora es otro. Seguramente haya muerto
porque corta es la vida de los pájaros. Y corto aquello
que nació en esta ciudad
de extraña descendencia. Los estudiantes
son distintos, los muros de este lugar
son distintos, yo soy
otro ya, y no sé si es mejor
repetir el gesto de la muerte
que abrazar la vida en lo que queda.


Luis Llorente
(Salamanca, 14-12-2011)

martes, 22 de noviembre de 2011

EL RECUERDO

Aquí, un cuerpo encierra
la victoria de la noche.
Está cansado y tiene frío.
Los lugares desaparecen
y vuelve su luz en cada acto de memoria.
Es un escriba en el silencio,
la gastada incertidumbre en la mirada.
Y cuánto pesa la nostalgia.
La noche hundida
como guante oscuro bajo el tiempo.
Hay un sabor a despedida, un sonido
similar a la intemperie:
me he quedado solo mientras cae la lluvia
y el día esconde su tacto bajo el frío.

Hay labios parecidos a la muerte.
Y rincones donde huir de la tormenta.


Café "La Colonial", Ávila, 18 de noviembre de 2011

miércoles, 2 de noviembre de 2011

LLUEVE ANTE EL MURO DE SILENCIO


Y ahora llueve
ante el muro de silencio.

Hay una sombra en los ojos
de esta inmensa letanía: el poema se sucede
después de cada muerte. La noche empieza
blanda y transparente, el lento grito
de los siglos ante este
viejo muro. La lluvia lo recorre,
arranca el cráneo a las raíces.
Este parque no tiene mansedumbre.
La belleza dispersa, el ruido, la memoria del árbol, de la mojada
hierba negra. La noche se extiende.
Lo desnudo es natural, lo salvaje e insolente.
Aquí
bajo el árbol, el aroma de cerveza.
Esta música que va creciendo
por debajo de la piedra, desde el límite
que configura la distancia
y el encuentro con la lluvia.

El tiempo es ciego. Y la muerte.
Y todo lo que desata la espesura, las sílabas
del abandono, lo fugitivo
de los días. Y se van como perros muertos,
se alejan, dicen, escriben
lo que queda.

Y ahora llueve
ante el muro de silencio.


Luis Llorente
Salamanca, 2 de noviembre de 2011

Y TUS MANOS...

Y tus manos me dicen
lo que escribo ahora.
Lo que queda.
Te poseo en la sombra, te amo en este resto
de silencio.

La llave que comienza, debilitada sombra.
El cuerpo abandonado sobre el aire.
La brisa, la desnuda
brújula cayendo.
El reloj.
Lo que asciende. Lo que queda. Lo que entra y rompe
la desolada fruta del deseo.
Lo que suena, lo que mira, lo que entrega
tanta luz
a tanta despedida.


Luis Llorente
2-11-2011

EL VUELO


Las plumas del pájaro recorren
la luz oscura y muerta.

Cadáver de fantasma,
resurrección y signo.

Lento aullido interminable.

Cartílago de sangre, memoria solar, muro contra el tiempo.

El día derribado.

No. Párpado
que cae. No. Vuelo.
No. Muerte.


Luis Llorente
2-11-2011

sábado, 29 de octubre de 2011

AQUÍ MADRID, 28 DE OCTUBRE

Aquí Madrid, 28 de octubre.
Allí ahora, en la memoria. Fugaz
encuentro, fugaz recuerdo.
Distancia paralela al canto. Lejano
paraíso disfrazado de infierno.
Aquí Madrid, ciudad sin término.
28 de octubre. Otoño. La vida arde
como un árbol en la nieve.
(Elena tenía un gusano de música
colgando de sus pestañas,
y Luna se alargaba lentamente
con su mirada tímida). La alegría era una lámina
colgando debajo del zapato izquierdo, y había alcantarillas
debajo de otras alcantarillas. La ciudad
era una ciudad inmensa, disfrazada
de habitación, de pequeña geografía. Territorio íntimo
y fingidamente pronunciado, y recorrido como una rosa recorre
la lágrima de una lámpara amarilla, y apretado con los dientes
hasta caerse de la lluvia muerta, como una cerveza
en la mirada del borracho, como una súbita
esquina hacia la derecha, hacia la luz, hacia nadie, hacia un inmenso callejón
durmiendo a la deriva de la noche. Y la noche lo mismo que un cuchillo.
Y el beso imaginado, la madrugada interminable
como un río interminable a los pies de una montaña interminable.
Y el amor en las ventanas y en el plástico. La lenta descripción de la mentira.
La lenta muerte del paraíso, agotada droga
acabándose hacia ti mismo. (La voz de Judith, los labios
de Odile y su belleza
dibujada en el espejo del baño), y otro espejo oblicuo
que te rompe la boca como un muerto en la noche,
como un desierto que amanece y proclama la distancia como un imperio de siglos.
Madrid, 28 de octubre. He bebido demasiado. Alguien bebe demasiado.
Mañana bebí demasiado. Dejadme este futuro que sólo la muerte habita,
que se va como la vida en los suburbios de la vida,
desolado rincón, y ahora viene ese recuerdo, y me pelliza en los ojos de la memoria,
y es el poema de Amalia, que estaba allí también,
y entonces digo que esto es un invierno mudo,
o un otoño ciego y de hojas invisibles, y cierro los ojos
y estoy en la plaza de Lavapiés, y el mar es un grito
al fondo de la calle, y aquí no hay mar, y esto que está ante mi sangre es Madrid,
y mi sangre sangra, y veo lo que ven los pájaros de Dios
poseídos por la fiebre del insomnio, y estoy allí
pero ya no, pero ya es 29 de octubre y han pasado demasiadas horas.

Y qué suicidio se dibuja en la nostalgia.
Y cuánto tiempo nos habita.
Y cuánta soledad sobre la noche.


Luis Llorente

martes, 25 de octubre de 2011

DOS POEMAS SOBRE UN PASEO ESPIRITUAL


DESTELLOS DE LA TARDE...

Destellos de la tarde el alma rompe
como un perfil quebrado que agoniza.
La sangre que se altera en cada instante
viene a morir en el reflejo
de esta luz
que tiembla y a sí misma recorre. Miro
por el ojo azul del tiempo
la sagrada libertad que viene tras la lluvia,
desnudez última, irreparable
sombra de alegría
sobre el camino inacabado. Aquí
pienso en la muerte
como se piensa en una herida, como se piensa
en un río que quedó atrás,
perdido en la memoria del verano,
en una tarde seca, en un lugar secreto,
en el resto de un dios sin nombre
que se alargaba como un manto
sonoro y amarillo.



EL CAMPO Y LA CIUDAD... 


Qué tacto de palomas en el aire disuelto.
                                              Gerardo Diego

El campo y la ciudad,
en esta hora de octubre antiguo.
La tarde es este muro que se alarga,
caracol tras la lluvia y tras la muerte.
Escucha el rumor de las pisadas,
el perfume de este día
que mañana será el mismo
(cada acto se repite con el mismo gesto
para dejarnos solos, para guardar la muerte).
Al fondo está la torre de una ciudad
que en los sueños es distinta. Es la catedral
dominando ese desierto de silencio,
ese súbito engaño ante la vida.
Camino despacio. A veces soy feliz. Paseo
como un cuerpo fantasma, como un sonámbulo
que no recuerda quién es, ni qué hace aquí.
Hay palomas que recuerdan a tu nombre,
en la última batalla de tus ojos.
Hay plazas y murallas amarillas. Es un bosque
de piedra gris, de siglos que han pasado
y que encierran en los muros las gotas del tiempo
acumulado. Es un bosque de siglos,
una marea de muerte, una bandera de la vida.
Cuántos hombres pasaron por aquí,
cuántas calles han ardido en la memoria.
Soy un muerto que se esconde de la vida,
paseando al fondo de sí mismo,
dibujando el temblor de la soledad y la última
nostalgia. Indeciso el día se proclama.
La tarde huele a ti. Hay un dios que nunca muere.
Hay un rastro de pieles indefensas: el hombre es este perro,
este pobre perro que camina
atento al viento y a los ruidos.
La tarde está llena de pájaros: el otoño existe
como una estatua entre la niebla. (Ahora pienso en ti.
De nuevo estamos solos. Mi boca se enreda con tu boca.
Cuántos besos habrán muerto en esta calle).

Y me iré pensando en el paseo,
porque todo debe terminar.

Lo que vive es todo lo que ha sido:
ese páramo antiguo, ese bosque de espejismos,
esa sombra última,
                                  ese destello en la memoria.


Luis Llorente
Segovia, 25 de octubre de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA EXTRAÑEZA


Soy la resignación
de un violento olvido.
     Luz Mercedes Orrego

Y no me digan que está aquí
el borracho de siempre
ajustado a la venganza. La vida
corta como un cuchillo
y las cortinas del otoño
se van brillando hacia el oeste.
Nadie dijo que éste fuera mi sitio.
Y yo tampoco. No. (La verdad es que nunca lo dije).
Extraño es quien conoce la extrañeza.

Pero uno debe mirar
por encima de la sombra, y más allá de su propio
futuro coronado en la memoria,
debe saber que la sangre le roba el fuego a la vida
y la claridad a la luz; debe conocer el límite
en que dos cuerpos huyen de sí mismos, y un día tienen miedo
y tal vez se aman. Y es el ritmo de sus pasos
en la inmensa soledad del abandono,
un corazón vacío que rebota en la ceniza,
cuando el ruido habita pájaros
y las tardes se alargan como muros sobre la muerte.
El tiempo llega con sus alas
distintas y escondidas (porque todo es una máscara),
y entonces uno sabe que la suerte está cambiando,
que el otoño se devora como arena entre lagartos,
que hay fantasmas que se alargan en la sombra,
que hay espejos que se acuerdan de nosotros
y lugares habitados por la piel de la memoria.

Volver a esta ciudad es la definición más perfecta
de un violento olvido.



Luis Llorente
19-10-2011

sábado, 1 de octubre de 2011

VERDAD Y CAMINO

                 Todo es verdad y camino.                                
                              Fernando Pessoa

Y desde lejos
el viento barre tus pestañas, como un pulso
que nace entre la muerte,
y sus pasos son salida
que sigue a la verdad. Una manera
de habitar la piel,
el alma de nosotros mismos
cuando somos sólo
viento o vida
que se acaba
porque avanza.

La belleza del sueño que regresa,
los ojos que miran
como deslumbrado cuerpo submarino
mientras nace la tarde
incendiada y transparente. El abismo se desnuda
y cae hacia otro abismo.
El sol en vidrios rotos reflejado.
Y aún sientes la vida.


1-10-2011

miércoles, 21 de septiembre de 2011

UNA INMENSA...

Una inmensa
desolación alegre.
Los restos del sol, la brisa,
el desengaño
desnudo de los cuerpos.
Bebo agua y recorro el abandono.
Bebo de ti
y ese viento es muy lejano.
Y es antiguo
todo lo que queda, y tiemblas
tal vez con inocencia, y duermes
bajo la lluvia
                        o bajo la sangre de las plantas.
Bebo de ti y busco
las guaridas del poema.
Sé tú mi límite. Mírame con inocencia.
Sé tú mi muerte. Mírame con alegría.

El verano va acabando
y ningún reguero puede
habitar esta memoria.


Luis Llorente

viernes, 16 de septiembre de 2011

EL VERANO TERMINA

El verano termina.
Es una casa a lo lejos,
que ya hasta apaga la distancia, el reflejo
de esa luz tan poderosa, pero ya muere,
y en cada mirada es un resto de otro sol
que terminaba en la desnuda
brisa del día
siguiente.
                    Ahora intento
volver a los lugares
donde secretamente estuve,
y fueron cambiando, y apoderándose
de mí, y entregando su cadáver
a la orilla de otro
beso, enredado en el aire
como todo lo que mira y acepta su muerte.

Ahora anuncias el reflejo
de lo que ya no está, como un cuerpo en el pasado
que todavía pretende
dibujar su historia, y que ya tal vez
nunca vuelva a estar aquí.
Hay luz evidente. Evidente vida. Evidente
despertar en lo sonámbulo, y extender las manos
caminando despacio, y lento el día va cayendo
sobre ti (sobre tu vida, sobre su propia muerte),
y entonces uno recuerda
y siente ganas de llorar
por todo lo que ha sido
fiel a su alegría.


Luis Llorente
16-9-2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

EN CADA RECUERDO SOMOS OTROS



Las horas no aman
la ceniza de esta historia.
Aquí comienza un paisaje
y su leve ruido
habitado en la memoria. Aquí sólo
el poema como objeto de poema,
la incomprensión del vacío,
la voluntad de amar y de vivir
por encima de la sombra.
Es delito entregarse a la sorpresa,
ser un emigrante de la desolación,
recorrer ciudades y figuras extrañas
y nunca ser el mismo.
En cada recuerdo somos otros.
(Ahora estoy en silencio
y escucho el ruido
del corazón). Cada latido advierte
que estoy vivo,
que la memoria puede
descifrar paisajes o espejismos,
dictar el fuego de la vida.
Estoy aquí
como se rompe el alma
cuando mira al mar. Estoy
tan mudo
que no sé de dónde viene
esta alegría. O esta vaga tristeza
(al fin y al cabo es lo mismo),
esta música que fluye
al otro lado de la tarde. Y al fondo
hay una puerta,
se detiene un sueño combatido,
su implacable ruina, este deseo
oculto de ser libre, esta suerte, esta imagen
diferente, esta lágrima que comienza a abrirse,
esta sed de conocer mis propias manos,
estas ganas de tenerte (cuando pienso en ti
se detiene todo, y vuelven los lugares
donde estuve solo).

Esta sorpresa, estos despojos,
esta raíz
que brilla todavía, estos
muros tan solemnes
marcando el territorio,
todo lo que amanece y se desgasta
por encima de nosotros,
y la luz que suena al fondo
y lenta va temblando.

En el recuerdo somos otros.
En cada página, en cada paso
que sustituye a la muerte,
en cada mirada que se aleja,
en cada viaje
dentro del viaje, en cada súbita
cortina (y no separo
el sueño de la vida), en cada gesto
que se alarga,
en el insomnio compartido con los muertos,
en el error y en la locura.


Luis Llorente
Biblioteca Libreros, Salamanca, 7-9-2011

lunes, 5 de septiembre de 2011

LA MIRADA INCIERTA


En mi mirada lo he perdido todo.
                          Alejandra Pizarnik

En mi mirada lo he perdido
todo. Uno ahora intenta
descrifrar paisajes, sobrevolar
el tiempo y la distancia. Y no hay espejo que no diga
otra luz, que no entregue su cuerpo muerto a la memoria.
Y aquí nos vamos muriendo. Aquí me voy quedando,
como un ratón abandonado en un sueño de la infancia,
en un agujero que regresa de la noche,
en un pájaro que imita la voluntad del mar.
Miramos y vemos pero con qué torpeza.
La rosa exige la belleza. El rostro, la caricia,
los pasos mundanos entre el mundano ruido y su áspera
figura indolente. Aquí vamos muriendo,
lo vamos perdiendo todo
y no sabemos qué ojo colocar sobre esa rama,
qué sueño tejer con esta música,
dónde inventar otro olvido, un lugar inexistente,
un sentido que no es, un pulso que acaso nos lleva a la brisa
y de la brisa vuelve al alma. 


Luis Llorente

viernes, 10 de junio de 2011

LUGAR SECRETO

                                a las siete y seis minutos de la tarde,
                                me convertiré en una isla.

                                                            VIRGILIO PIÑERA

Mis ojos conocen el secreto de este mundo.
Me reduzco a la sombra, el día distinguido ya no dicta su fuego,
el abismo se inclina. Esa guitarra
viene hasta mis labios, se parte
como un centro inaccesible, y empieza a ser
parte de esta ceremonia: música de frágiles
instantes, música o temblor sobre los largos dedos de este día.

Mis ojos están aquí: luego dejarán de estar.
Mis manos están aquí: luego no estarán.
Mi cuerpo es un puente invisible en medio de la lluvia,
y el alma tiene la culpa de esta muerte.
Luego el tiempo seguirá pasando.
Ahora está aquí, y pesa su larga línea sobre el aire,
entre los nudos de la luz, en la frente abierta
de un hechizo que sangra. Y suena esa guitarra,
suena lejos y ahora ya no hay nadie, y sólo vine
a encontrar este lugar, esta magia, esta brisa
reciente como un pulso anónimo. (Sí, sólo he venido
para esto):
para saber que un árbol crece dentro de un árbol,
que un corazón fantasma puede resucitar en el rincón perdido de una plaza,
que yo he estado aquí otras veces
y juro que hay un tiempo común en todo esto, un lugar secreto
que ahora existe, y empiezo a habitarlo muy despacio,
con la lentitud del aire que se mueve hacia otro tiempo,
y esa música está creciendo
como crece un niño cuando mira el mar,
como crece un barco cuando una lágrima se hunde.
(Cifra de fuego que entrega su alegría).
Esa música está creciendo
y yo estoy aquí
y luego no estaré.
Y la memoria es una puerta
o un vagón hacia la muerte,
un espejo antiguo, una ventana azul,
un hombre vivo que recorre su costumbre.
Y ahora estoy aquí,
tratando de captar este momento. Y ahora
es el poema sólo esto, un desierto de palabras,
un vacío que queda tras la luz, esta brisa, este amor,
este viento de junio.
(Viento breve, brisa breve: alma breve).

Y estoy en un lugar secreto,
la rutina que me salva de la muerte.



Luis Llorente
Para el poemario Nunca
10-6-2011 (escrito a raíz de escuchar al hombre que toca la guitarra española cada tarde junto a la torre de la catedral de Salamanca)

viernes, 3 de junio de 2011

ESTOY BORRACHO

Estoy borracho.
Miro pasar las cosas
desde esta ventana, incierta como un destello,
como un cuerpo que no cabe en una boca,
como un mensaje preparado para nadie,
como un lugar que no existe.
Es un río de cosas
y el agua a veces se parece al fuego.
Es un río de cosas
y la noche es blanca y larga. Ha pasado.
(Tal vez estos ojos sean el rostro de la vida.
Tal vez no tienes esperanza alguna de decir amor,
de nombrar la muerte).
Los relojes duermen. La ceniza acaba. La noche comienza
largamente como una mano amarilla saliendo del olvido.
Y la mano no era un árbol. Era el amor, era la luz, la música, quizá tu cuerpo.
Sí, yo lo recuerdo. Yo lo recuerdo y no sé qué tengo escondido en el corazón,
qué raíz está latiendo al fondo de esta brisa, encendida y únicamente mía.
Y nunca, y siempre, y todo, y lo que está lejos, y lo que termina.
Todo es una frágil apariencia
de rostros, de lugares, de cervezas. Estoy borracho.
(Tocaría ahora la espalda de Conchi, los labios de Laura, la sonrisa de María,
los ojos de Clara y su voz de niña.)
Todo es un ensayo del deseo, una canción que se parece al mar,
una ausencia presente o una espera.
Todo es un amor como una línea floja
borrándose con el vacío.
Todo es este cuadro místico, esta pintura desgastada,
este acierto del alma. Todo es esta extraña
metáfora encendida, este pulso
que sale de mis manos, estas ganas de comprar un alma
con mi alma. Y estoy borracho,
y lo sé muy bien en este día, y no sé qué poema
decirte junto al fuego, no sé qué aire, ni qué luz,
no sé por dónde empezar esta batalla.


Luis Llorente (Segovia 1984)

miércoles, 1 de junio de 2011

SI YO...

Si yo al pájaro lo miro
y te amo con soledad de muro
y si yo al pájaro lo miro
y te digo con abrazo de niño
y si yo al pájaro lo miro

y encuentro una palabra insatisfecha
y la muerte no es un túnel.

Si yo a la noche me parezco
y si tú a la noche te pareces
entonces la explosión será inmensa
y las bocas colgarán de las mejillas
y las lámparas temblando hacia la muerte
estarán abiertas
como todo el aire que concluye en la sombra,
como todo lo que entrega su abandono
a cada incierto ángulo, a cada día ido,
a cada plaga yendo, a cada sol que huye,
a cada herida lenta, a cada sed cautiva,
a cada mano de luz, a cada hechizo
tumbado sobre el polen.

lunes, 30 de mayo de 2011

Y PASAS TAN RÁPIDO...

Y pasas tan rápido
y eres un faro triste
y ya no vuelves.
Ya no te vuelvo a ver
como la noche, como el día
que renace en la ceniza, o llama que renace,
o fulgor perenne, grito largo, boca sonámbula,
manantial de espejos tibios, muerto de mí,
frágil apariencia, desolado fantasma, incesante ruido
infinito,
y te miro y te miro y te miro y te vuelvo a mirar
y eres ya la misma que ha dejado de ser esa,
estabas ahí, en esa calle donde los cuerpos amaron,
donde una bala de luz se disparó en lo oscuro
para iluminar la noche.

Y te veo y ya no sé de ti, no conozco
ninguno de tus límites
porque ahora te extiendes como el mar sobre la tierra,
cifra de fuego, alucinada niña ausente,
ventana ardiendo
sobre mi rostro llorando como un perro escondido en el frío,
alucinada niña frágil, dime por qué el amor es esto,
qué significas en este bosque de apariencias engañosas.
Alucinada niña ausente,
sombra que creces hacia dentro,
inmenso corazón interminable.


L.
30/5/2011

jueves, 26 de mayo de 2011

ANÁLISIS DEL MUERTO


Pasó la luz
y se quedó pensando
en las orillas secas de la tarde.
Esquinas sucias, como un balcón que huele a muerto.
Y no iba yo a conocer
la mirada de aquellos que retornan,
como una profecía o un cumplido.

Sólo así podría suceder
el tiempo fragmentado
como frágil amor a los crepúsculos,
las orillas de un cielo que empezaba
atormentadamente destruido.

Coja usted ese libro
y pregúntese por qué ese poema
no es el mismo que aquel que leyó ayer,
aunque esté en la misma página.


Luis Llorente
26 de mayo, 2011

Para el poemario Nunca

domingo, 22 de mayo de 2011

SOLILOQUIO DEL INSOMNE

Déjenme en paz.
Esta noche de silencio
aprendido y recordado, escribo de nuevo
unas líneas sin saber a dónde.
El viento se quedó con el vacío.
Y el vacío colgaba de las manos.
Y las manos, hoy, una noche de mayo a la intemperie,
húmeda y de insomnio, y recorro la memoria de la lluvia
que sucedió hace un rato. (Ahora no llueve,
y no sé en qué pensar
ni qué decir para inventar una hora más,
o un minuto que no sea devastado, y no sé entonces
si tú estás allí, a lo lejos, mirándome
con rostro de insolente dios, o si soy yo el dios
que espera tu llegada). Humanamente solo,
estoy aquí escribiendo, con insomnio
y lentamente y en silencio, y es eso tal vez
la flor del día que se apaga
como distancia entretejida que no vuelve,
como voz sobre el silencio que empezaba
en esta tarde gris y sin aliento. (Y recuerdo
aquel tango: qué ganas de llorar…)

La música es entonces
un cajón sobre la muerte,
escondido faro
en un puerto repleto de preguntas
vacías, de nombres vacíos, de fechas mudas,
y casas y casas a lo lejos, y recuerdo el mar,
mi familia de la costa, y no sé dónde estoy
ni quien llega en esta hora, ni sé quién soy
cuando dentro de otras horas de tiniebla esté dormido
y mi cama sea un nicho
que se esconde en el bosque del tiempo,
quién seré en eso que ya habrá pasado, qué identidad
sucede en cada límite de muerte, en cada sueño que escribo,
y el vientre del amor, y los ojos del amor,
y todo esto que es la vida, pues soy joven
y a veces muestro mis poemas a un amigo, a un niño muerto,
tal vez a un pájaro que esconde en sus alas las heridas de este mundo,
y no sé ya qué digo,
                              qué lector
temblará en esta respuesta,
qué acertijo descifra
los perfiles de esta noche anónima, una más
que se consume, una más
que ya no vuelve, un velo de ceniza
cubierto por el miedo, atravesado por la vaga luz
de la tristeza sin nombre, definida a veces
en una lágrima oscura
sobre mi rostro fantasma, y mis ojos
traspasan el alma cuando me miro al espejo, cuando sé
que estoy vivo
y cuando sé que no sé quién soy.


Luis Llorente
23/5/2011
3:50 h.
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