martes, 3 de diciembre de 2013

LA CENIZA



En los ángulos interminables
la historia nace y repite su aullido
en rincón perdido y sin fronteras

el dolor es un puente hacia lo extraño

el incendio de las puertas
la posible anunciación
la espera lágrima del beso inalterable
los mundos contrarios en la seca y vasta luz
que ya no nombra cuanto toca

hay un espejo de habitada soledad naciente
un tejido en las sombras de la mansedumbre
o letanía del mar en el signo
que se eleva y se destruye

por qué reloj la hora se ha escapado
por qué paisaje tus ojos han ardido

y escupen su costumbre dilatada

Sólo el temblor del día
insolente y pertinaz

y las líneas de la mano
o las huellas de la aparición

en la voz muda y moribunda

rompiente del olvido y su regreso




 

jueves, 28 de noviembre de 2013

ARROJAS...



                           ardiendo 
                           qué hilo no nos separa de la nada
                                                                   Ana Gorría 


Arrojas al canto
la sal de la memoria
La piedra fulgura
el lento animalito
de párpados cautivos
la rota luz en las cuerdas de la mansedumbre
la espinada ceniza de los días
la resina del árbol
en los círculos de muerte
o el beso de fuego
que se atiene a la tormenta
Aquí en la boca
no fantasma
aquí en el cuerpo
no entra luz
Qué signo quién contempla
el incierto farfullar de los sonidos blandos
como agujas del destierro
coronado

el hilo que pende
más antiguo que el silencio
el choque derrotado en las batallas
y los días escritos
en la nube de los labios

la música prestada a la intemperie
las venas de la aurora
abiertas y acabando
pero dónde la hermosura no termina

el temblor apagado en los espejos
los olvidos sonámbulos
y las trazadas manos
sobre la sombra
de tu canto

los ojos que cortan
otros ojos

los dedos que acarician
otras huellas

en límites de nadie






Luis Llorente

martes, 5 de noviembre de 2013

EL PÁJARO SE POSA...


El pájaro se posa
y se retiran al fondo del paisaje
las lentísimas cortinas del mundo.
En el temblor de la luz anunciada
la distancia azul de la ceniza.
Hay silencio en el lugar
como el nocturno hueco ya habitado.
Miras perplejo
y los ojos son sólo
memoria de lo mismo.
Palabra o piedra destruida,
el parto de otro cielo,
el anuncio de la voz en la fragilidad extenuada.

Cuando vuelves por el aire
das la muerte a cada paso.
Fulgor del alma: huella repetida
en la llama que se fuga.

El pájaro alimenta los sonidos. Inventa
otro lugar de la materia, contempla
la ignorada secuencia de la lluvia.
Es mortal como tu rostro. Envejece
ruidoso y ultimado,
signo de la consumación
y estela del ardor del nacimiento.

El pájaro nombra y tú lo observas
hasta dejar de ver
su extinguida aparición.

El pájaro posado es la invariable luz
de la tarde adormecida. Deja su espacio
a otro cuerpo,

en su ausencia nace el día.

 




Luis Llorente

jueves, 10 de octubre de 2013

APARECIDA LUZ...



                                    dejando lejanía como un beso
                                                       Vicente Aleixandre



Aparecida luz, fugaz memoria
que dice el testamento de su estirpe.
En la trazada línea
que separa el fuego de dos cuerpos,
los rincones de la piel o la ceniza del poema
como una escena interminable.
Como una casa en ruinas
la proclamada luz que va dejando su fulgor
aún más breve.
Como el párpado cortado por el frío.
La mirada recorre con la muerte
las agujas del cielo desatado.
Una soledad
que no termina en un paisaje,
ni deja abolidos los recuerdos,
ni la lluvia inalterable y agitada
de las tardes de verano oscuras.
Como los horizontes que muerden
manos en lejanías coronadas,
la voz que ya es residuo de la carne.
Como una cítara que suena y no se sabe dónde.
Como el vértigo de hilos sin pupila
en el perímetro de un ojo sin decoro.
La luz aúlla en tanta vida,
resplandeciente signo sin descanso,
lugares que definen lo inmortal.

Como el pan celeste o el rumor de las gaviotas,
a la tierra todo vuelve y reconoce
sus últimas fronteras habitadas.





8-10-2013

viernes, 12 de julio de 2013

AGITA LAS HOJAS...




Agita las hojas el viento huracanado.
Comprendes la belleza
con el dolor de lo que acaba.

Este árbol tiene sangre
igual que el pájaro.
Condena del tiempo y de la voz.
Signo de una furia enfebrecida,
quién lo diría ahora
si no estuviera aquí, pulsado
como rito entre las cosas, llevado
e impelido. Qué signo diferente,
qué señal levanta su estatura
en un lugar sin apariencia.
(De mirada vencida por tanta mansedumbre).
La belleza de amar en lo que pasa,
pátina que no reduce su desgaste.

Caminas por el campo y es verano.
Hay una secreta transparencia.
El viento sigue y te recuerda
que no sabes. (Nada conoces). Nada
en los agitados árboles, hojas del párpado
que perteneció a los mismos ojos.
Sigue cuidando el día
toda la luz robada. Suena la belleza
entre la música del tiempo. La alegría de vivir
está en tus manos (sangre y fuego
que se agitan). Aquí
no sigas mirando. Aquí sólo cierra
tus ojos y encuentra
ese silencio. Las llaves
del antiguo corazón
que no se muestra. Al fondo está la tarde
y otro día empieza. Todo sigue
y renace. El mar es un cuadro
bajo el cielo. Todo el rumor
de lo que muere. (Escucha,
escucha). Muestra el don inexpresable,
el legítimo gozo de la vida,
la sencilla belleza de las cosas.



-
L.

CAMINA...




Camina sobre puentes vacíos
en la pausada música del viento.
Se extingue a su paso
la revelación del miedo. Conoce
los lugares que habitó
en antiguos días ya olvidados.
El tiempo era un cadáver,
barro en los perfumes
de esa luna que nacía
en los ángulos del mundo.
Ante un rostro de luz
mira en silencio la materia.
Recorre la última lámpara,
figuración extrema,
fiebre sin descenso,
sueño que no abre
los tallos de su flor.
Rincón nocturno y su intemperie.
El piano sagrado que sonaba
en las horas más altas del verano.
¿Dónde el temblor
de las bombillas, las cuerdas
y signos desvelados? ¿Y todo
el mirar del alba
en qué otro sueño
fue rodando? ¿Qué vigilia
en su escondida muerte
halló las vértebras del día?
¿Qué latido de qué sangre?
¿Qué sonora delgadez
que repta por costados
sin aliento? Y en tu carne
la memoria está vencida,
viviendo con la noche
más allá de lo muriendo.



-
L.

martes, 2 de julio de 2013

EN...



                                         bajo la ley del mediodía absorto
                                                                       OCTAVIO PAZ


En la ocurrencia sagrada de la noche. Y
los ojos que preguntan dónde mueres. En
la voz que se tensa sobre el río. Y
los huecos de la lluvia sonando en el silencio. En
las cansadas cuerdas del amor. Y
los párpados que abren la memoria. En
el sueño que colgaba del instante. Y
las letras de agua de tus manos. En
las inmensas despedidas que no nacen. Y
la abierta soledad del día. En
la tarde olvidada de los pájaros. Y
el campo que fluye y se remansa. En
las horas del cuerpo que inventó la luz. Y
el poema que nace en lo visible. En
la tela del reino de la fiebre. Y
el insomne que mira y que pregunta. En
el paso evaporado de tu nombre. Y
el grito absoluto en la penumbra. En
el amarillo páramo naciente. Y
la sangre sin dios de la libélula. En
la nube que recorre

un más antiguo cielo. Y
las pestañas del ángel. En
el límite oblicuo de la llama. Y
tu voz que es canto y permanencia.

martes, 4 de junio de 2013

LA MENTIRA DE LA LUZ



Son huellas en la nieve,
rastros que quedan
en la memoria escondida de la infancia,
coronados sonidos que se mueven
hacia días sin aliento, círculos de luz
que van cayendo
y lejos deshacen su sueño:
el límite de lo ilusorio
en lo real del instante,
la flor arrancada en la azul misericordia,
el engaño de la fruta y el secreto
páramo donde aprendiste a caminar
solo. La playa
donde un rostro
se alejaba de su sombra,
la ciudad donde miraste
el corazón de la tormenta,
el zumo del tiempo
servido en el temblor
de la derrota. Aquí la luz
te duele en el costado, te envuelve
y te sumerge en su desnuda transparencia,
y te lleva a otro reino
donde los días son historias
que nunca se cuentan.




31-5-2013

miércoles, 24 de abril de 2013

RUMOR CONTIGO



                            porque entre un labio y otro colorado
                           Amor está, de su veneno armado,
                           cual entre flor y flor sierpe escondida.
                                
                                                                                Luis de Góngora


Lo dijo el sol de abril
aquel libro goteando
sobre párpados cansados
de dónde sale toda esta alegría
no encuentra la fiebre este pájaro escondido
la mentira de la luz en los límites del beso
el poema recorrido por la sangre
hacia los sonoros pasos del alma
esos aullidos que terminan cuando el frío es gris
y dibujas la última palabra
naciendo de otros labios
la carta en el camino
cuidado con el gesto de la muerte
lo unánime está aquí
lo que arde es lo cautivo
los relojes blandos los pianos
saliendo de la tierra
y el tumulto del aire entre la sombra del día
qué río se define en este encuentro
qué certeza con lo nunca
qué bautismo con lo sido

cómo los minutos rompen
el hechizo
cómo la cadencia interminable de las luces
dicta el último sonido de las plantas
que crecen tan despacio

las sílabas en tu lengua
tan ocultas

las horas cayendo
sobre la extensión de tu infinito cuerpo

la afirmación de la noche
en esta música
contigo




Luis Llorente

jueves, 11 de abril de 2013

INCENDIADAS REPÚBLICAS VERANOS




Incendiadas repúblicas veranos que se han ido O
la luz que rompe desde el mar los signos quién
se esconde tras la puerta y la belleza de lo dulce O
la muerte que viene a enmudecerte qué paisaje
repite su nombre sobre toda la llanura O
el viento que muerde las esquinas cómo has visto
las pérdidas del tiempo sin la espesura de los animales O
la ruina que agita lo salvaje qué vértigo modifica
su ascendencia y recoge los frutos del corazón inmortal O
la historia que empieza en los rincones del eclipse cuánto
debe llover esta mañana para que me mires llorando O
los perros que aceleran las semillas del miedo dime el nombre
de las cosas que no tienen nombre O
los guantes que persiguen el sepulcro dónde has estado
todo este tiempo sin mí y por dónde has salido a la vida O
este canto que sangra y se repite hacia qué lado de la sombra
estalla el beso último de lo que nunca tiembla O
el águila que descifra otro lugar los bullicios los silencios
incendiados en el páramo la música eterna de tu rostro O
las sonámbulas agujas que se clavan en la carne la memoria
la muerte es todo en este espectro los cristales rotos O
las vencidas montañas que regresan en silencio y esperan otro
canto inmemorial o signo o llave de otra sombra O
el cáncer del crepúsculo y la memoria naciente de todo lo olvidado
el paso suspendido en la ceniza tu vientre acabándose O
quién ha vuelto a quitarse la boca para decir un poema
con los ojos


-
Luis Llorente
(De Nunca: libro de poemas radicales comenzado en 2011)

lunes, 8 de abril de 2013

PRIMAVERA NACIENTE



Se esconde el tiempo
en la abrigada música
que nos da la luz y la certeza.
Los signos ocultos
de la indomable primavera
vuelan y perfuman
este encuentro. Late
la luz de todo lo visible
y los labios tendidos sobre el rostro.
Aquí lo callado es permanencia:
han ardido los guantes del invierno
para entregar su llama
a los espejos dormidos de una nueva estación.
Música insalvable y acompasada muerte,
separado espíritu
de la memoria y de la fiebre. Miramos
el olvido: lo nuestro es este canto
hecho de luz, el hilo de las horas
sin descanso, el fulgor del río
al fondo de la ciudad y el viento
sobre la lluvia que ha dejado
de latir. Los pasos
recorren la retirada calma
de este día, un poema
trazando un paisaje sin condena
en la latitud de este silencio.



8-4-2013

miércoles, 13 de marzo de 2013

LA VENGANZA



Escribir una historia desatada
en los lugares del abrazo,
la canción submarina que nos sigue
y la fiebre de los días
que ocultan la venganza.
Salimos de un abismo
y entramos en otro. Nos oculta
la cadencia de la luz borrada
y filtrada en el espejo. Así podemos
mirar lo que no somos,
separarnos de la vida
desde otro mundo
más inmundo, repetir los gestos
de la noche como quien reniega
de su intento de suicidio.
La memoria sonámbula
de lo que una vez
fue manantial de alegría
y certeza en los pasos
insolentes. Ya no soy
el que fui, y orgulloso estoy
y me burlo de mí mismo
y sé que me acerco más al odio,
el odio de amar a quien contempla
su rostro perseguido por la luz,
su propia estampa equivocada,
su propia ruina.



12-3-2013

martes, 26 de febrero de 2013

LAS LEYES DEL AMOR


 
                            Cuando tú y yo estamos frente a frente
                            y una extensión desierta nos separa.
                                                     José Ángel Valente
      


El poema que surge
como lenta razón de lo existente.
Que abraza al mar,
que entrega sus sílabas
al dios de lo absoluto,
su música visible,
la cadena de luz que dora el tiempo.
La pulsación futura,
la levedad tan nuestra,
el secreto del amor y su belleza.
Los ocultos latidos
que dibujan el mundo.
(Celebramos la mirada
desde otra mirada).
La intimidad de los signos,
la certeza del azar:
qué desierto y qué vacío
nos une con la luz.
Hay un viaje de los cuerpos
que origina la memoria,
testimonio del deseo y su ceguera.
La música innombrable
como un tumulto sordo.
La ebriedad de la voz
predispuesta a la alegría,
los límites del miedo,
el color y las formas,
el temblor del último paisaje
que nos lleva a una luz mucho más pura.



Luis Llorente, Los laberintos del regreso (inédito)

jueves, 21 de febrero de 2013

EL DÍA ROMPE...



El día rompe
su última certeza.
Alguien ha visto
signos vacíos
en el silencio de la nieve,
trazados de una luz
amarillenta, hojas caídas
de un antiguo vuelo
que quiso ser
olvido. Aquí la mirada
es un beso ante las cosas:
todo lo que responde deja su ternura,
un accidente de la nada
que separa la voz de la memoria,
y la sola palabra
que fluye interrumpida,
y los gritos del sentido y del deseo.
El día rompe
su última certeza. Hay lugares
visitados de otra forma,
figuras desteñidas en la muerte,
otro nombre para decir
su equívoca presencia.



21-2-2013

martes, 19 de febrero de 2013

LLUVIA DE INVIERNO


 
un pasado de niños tristes bajo la lluvia
                                    Carlos Sahagún


Esta lluvia de invierno
qué aurora nos devuelve,
qué paso suspendido en la ceniza,
cuántos lugares
de invisible luz
fueron materia del canto
inmemorial, cuántas luces
de noche inmensa y de escondida
fiebre, dónde la última
resurrección:

el timón del pájaro
que lucha por morir,
el niño que mira lo innombrable,
la palabra que asciende
a otra palabra,
los tumultos de esa voz
que venía del sur
y nunca dijo nada,
las alas del insecto sin descanso,
el cuerpo del árbol
que agrietó la sangre,
la memoria de lo oscuro
entre tanta mansedumbre,
la lentitud del cuervo
cuando posa en el tejado.

Esta lluvia de invierno
qué labio pretende descifrar,
qué cítara suena
ahora entre estas sombras,
qué condición y qué desierto,
qué letanía
ante el mar de lo existente.

 

Luis Llorente
Los laberintos del regreso (inédito)

martes, 29 de enero de 2013

LAS CENIZAS DEL AMOR




El humo letargo del contorno, el labio reluciente.
                                                                 José Lezama Lima


He caminado por un simbólico lugar,
la realidad del sueño.
Una mujer que conocí hace tiempo
me decía que me amaba, era febrero
y los días eran casas invisibles
como en un reloj secreto.
Allí estuvimos largo tiempo,
tendidos bajo el arco de la lluvia,
como el latido que une
las manos con el mundo.
He soñado con ella y he vuelto
a quitar el daño a la memoria.
Todo son faros tristes
que apenas iluminan, puentes tendidos
en la fiebre de lo gris,
paseos junto al cadáver de uno mismo,
signos desterrados, momentos extinguidos,
la caducidad de la alegría azul y deseante.
He caminado y he visto
toda la luz del labio reluciente,
su rostro coronado
como un pulso sin descanso. Junto a ella
las horas no pasaban; nada importa
sino el tiempo que crece sobre el tiempo,
las nubes que se acercan
como ángeles que cubren el invierno,
la tristeza del frío y de encontrar la llama
entre todo lo mirado:
aquí estoy más atento
a los ruidos fugaces que vienen a salvarme.
Alejarse de ese extraño paraíso,
recuerdo o llanto, vértebra
de lo oscuro, señal de amor
lejana; ya nada, nadie, volverá
como volvieron nuestros nombres
una mañana de febrero de 2011.


 Luis Llorente
25 de enero, 2013


lunes, 21 de enero de 2013

RAFAEL ALBERTI PASEA POR BUENOS AIRES UNA MAÑANA DE ENERO DE 1953



Después de todo lo vivido,
esta luz argentina que me acoge.
La guerra quedó lejos,
por fortuna no la vi desde la muerte.
Todos los amigos que se fueron, y otros
que buscan otro exilio.
Buenos Aires tiene rincones
tristes, donde pasear
como un fantasma errante
que no ha visto otro secreto, y los cuadros invisibles
aguardan la hermosura de estos días
sonámbulos. Porque yo me salvo en mis poemas,
en la pintura, en los besos a mi mujer
o en esta soledad
a veces tan feliz. Poetas y poetas
en la ciudad inmensa de la Plata,
el frío porteño de este enero secuestrado
por la música de los bandoneones,
los tangos que repiten el dolor
como un paisaje interminable y cotidiano.
Los cafetines donde escribir unos versos
que me lleven a otro reino,
la monodia de mi mente de fantasma,
las charlas amables con Gómez de la Serna.
Cuidadoso, paseante, observo
las mentiras y los dones
de esta ciudad inmensa. Sin prisa,
con la calma de quien ha venido
a ver la vida,
el instante de los pasos y la felicidad
de este exilio extraño y largo.
Los árboles caducos, las largas avenidas, las calles
que llegan hasta el puerto.
La seguridad literaria: Retornos de lo vivo lejano
se está vendiendo bien, los editores de Losada
están contentos. Y es un libro de amor.
Pero detrás de esta belleza
hay otro paisaje en la memoria:
el hombre. Cómo hemos podido
matarnos, por qué las guerras.
Y aquí también la dictadura.
"Cuando Perón tuvo en sus manos
todo el país y todos los resortes,
se fue creando una situación más difícil.
Por ejemplo, María Teresa había trabajado mucho en la radio
y era popularísima, pues daba unas charlas
que se llamaban "Charlas con María Teresa León"
por una de las radios más importantes. Después,
cuando empezó la televisión,
comenzó a trabajar también en ella. Pero iniciaron las listas negras
y nosotros quedamos fuera
de esos medios que, al fin y al cabo, nos proporcionaban
la posibilidad de ayudarnos a vivir,
porque tú sabes que no sólo publicando libros se vive."
Pero pronto nos iremos a Roma. Este no es lugar 
para nosotros,
los que vinimos
entre el clavel y la espada,
con la mano abierta de la libertad,
los que combatimos el fascismo
y fuimos siempre sospechosos.



Luis Llorente


lunes, 14 de enero de 2013

LA MIRADA



                     viendo la lentitud con que se pierde
                     serenando su fin tanta hermosura
                                               Jorge Guillén


Los días viven. Cautiva está
la felicidad de una mirada
entre las sombras de un piano
que suena y se alarga
como los muertos de la luz
en el mar de lo innombrable.
El músico toca sin estar,
el mirlo vuela sin el vuelo.
Una composición inaccesible,
un cuadro donde los niños juegan al invierno,
un rincón donde amar
la monodia interrumpida de la mente.
Cuando paseo hay lugares cambiantes,
las formas son el rostro de un fantasma,
los pasos arden en la lenta tarde de enero.
El día es un bosque perdido
y su órbita una mano de fuego
abierta para conmemorar nuestra alegría.
El poema es un reflejo
de mí mismo: soy otro muchas veces
y no estoy. Y no quiero estar aquí:
la rutina no es lugar para la magia.
Esta voz es el comienzo
de un gesto repetido: hay una deformación en los objetos
que me permite descender
como la lluvia en el fondo del silencio.
Hay una extrañeza en lo observado,
y el instante legitima
su reflejo.
Y no hay guante negro para el tiempo. Sólo nos queda
lo que vemos, lo que somos sin nosotros,
la otra inteligencia que nos mueve. 


Luis Llorente
14 de enero de 2013
(escrito en el móvil mientras caminaba)

viernes, 11 de enero de 2013

SECRETA VOZ...



Secreta voz que duerme,
centinela del viento,
frágil lugar
uniéndome
con la lluvia del día que comienza,
espejo del tiempo que no muere,
tesoro
de saberse en lo que nunca está,
alegría de mudanza
y resurrección, corona
sin ruido, lentitud
al beso, signo de amor:
lo uno mío en lo visible.


11-1-2013

miércoles, 9 de enero de 2013

SOLILOQUIO EN EL CAFÉ



Si he de esconderme, por seguro que será
en el mismo templo, en la luz de la Poesía:
                                                                John Keats

Escribo en un café,
cuando no pensaba que el canto
viniera a visitarme. Hay una emoción
extraña, diferente, en la piel
de estos días que vuelan
como nubes. Largo y tendido,
como una lluvia interna
que abraza la luz entre los árboles.
Porque soy un hombre extraño, y nunca fui
feliz sin pretenderlo. En el sabor del café
hay una líquida belleza,
como una presencia cotidiana.
La luz del bar
va llenando la mañana fría.
Leo una antología de Keats y pienso
en la costumbre del amor, la última ascendencia,
estas horas que se alargan
como signo indescifrable.
Muchas veces recuerdo lugares
donde fui feliz,
el temblor de un cuerpo desgastado en su deseo,
la incomprensible alegría
de caminar bajo la lluvia con la mirada imposible
una tarde de invierno.
Ahora recordar un día de noviembre,
un minuto sagrado entre la niebla,
la huella de un incendio que quedó sin tiempo.
Esta ciudad te ha conducido
al extrarradio, a un laberinto de aceras
y miradas donde tu monodia
no se interrumpe.
Las líneas de una mano, la sombra en el cuaderno,
esta pátina de irrealidad
que tiembla en el instante.
Pienso cuanto escribo,
los versos me definen,
vengo de un lugar
más extraño.

(Suena una canción de Vetusta Morla: la vida es esto).


El Antiguo Café, Segovia, 9 de enero de 2013