lunes, 4 de octubre de 2010

EL VIENTO CIERRA

El viento cierra la ventana como duende fugitivo.
Hace justo un año
escribí un poema en esta habitación
destruida ahora por el peso de su nieve.
Como caverna de óxido y desastre, la luz
de la cortina amarillenta
en el rostro escupido en el espejo,
y mis manos clavadas en las paredes sucias.
La melancolía de la niebla y la música gris de la madera vieja.
Bendito salón, crepúsculo vencido:
las horas junto al fuego
en el fracaso particular
de un poema antiguo, extraño lenguaje
inexplorado. Yo estoy aquí,
y la luz y la música del viento.

Hay un libro de un poeta portugués,
una lámpara y un mirlo
cantando en el patio.
Los niños juegan. Soy viejo.
Son los niños de la última batalla,
compañeros de celda y de refugio.
El teléfono. El abrigo
en el límite impreciso del invierno:
todo futuro se congela un lunes.
Y es 4 de octubre y mis ojos no me bastan
para ver el mundo y su cadáver nómada.
Y algo tiembla entre las sombras
de la cortina desgarrada: qué fuego,
qué diaria batalla con el mundo,
qué huella en el silencio resplandece.

El lunes ácido me corta la garganta.


Luis Llorente Benito
(de un poemario en proceso)

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