lunes, 4 de octubre de 2010

Poema X de "La rutina de la nieve"

La sangre nos escucha.
La sangre es esta luz no reconocida,
encontrada por el gusano que salía de la tierra
mientras tú repetías las sílabas
de ese mundo balbuciente que quedaba.
Sólo entonces
una puerta se abrió para decirte que entraras
y tú aceptaste. Entraste sin saber
que la sangre te escuchaba,
con la inocencia de un niño que aprende
sin saber que está aprendiendo.

Inocente de ti,
los pájaros de la noche enfermaron
y tuvieron que derramar toda la luz porque no había remedio.

El fuego de tus ojos se convirtió en huracán
y no pude avisarte a tiempo
para que no cayeras en la trampa.

Aquella sangre olía a ocubre.


Luis Llorente Benito (mayo 2009)

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