jueves, 20 de diciembre de 2012

EL TEMBLOR DE LAS PALABRAS



Cuando llega ese poema
con las palabras del frío,
los párpados se abren
y dibujan la silueta del miedo,
estos pasillos largos
como las mansiones del día
que se rasga lento hacia la nieve.
La memoria del frío es un instante
que se cubre de abandono:
en las calles de la muerte
el tiempo se parece a la venganza.
Hay una sordera en la mirada:
cada paso define su secreto,
lo fértil de la imagen y su inútil transparencia,
los espejos que resumen
la forma del tiempo, las voces
que se encienden y repiten
el signo indescifrable, todas las lluvias
que vinieron a salvarnos,
a decirnos que lo nuestro es otra historia.
Pienso en ti mientras miro
un escaparate. Y es de lencería.
Porque tu cuerpo está diciendo
que me ama, y la distancia
teje azul el hilo de la niebla,
el frío de diciembre, las horas
entregadas al amor de amar sin cuerpo,
lo solo del silencio y su áspera inocencia.
Porque tus labios son un barco
que viene de otros mares, y une
las noches con el pulso
tan cierto del amor, como una línea
frágil que arde entre dos cuerpos,
y separa su luz como el poema
cuando llega al temblor de las palabras.



Luis Llorente
Diciembre 2012

jueves, 13 de diciembre de 2012

LLEGA EL INVIERNO... / EN UN ESPEJO...





LLEGA EL INVIERNO...

                         Detrás sin fe campa la nada,
                         el desperdicio inmenso de los páramos.
                                                        Carlos Ortega

Llega el invierno y reduce
todo a la ceniza. No hay lugares
que reflejen la nostalgia:
deformar los gestos en un último vuelo
como la curvatura de la noche.
Traer el agua y llevarse la muerte, los días
que acabando repiten la condena.
Abrir la puerta, entrar en casa,
imaginar la duda y los cambios de este viaje,
atreverse a asomarse a la ventana.
Perseguir el signo
que es el daño a la intemperie,
reconocer los espejos de la vida,
el silencio del pájaro, los recintos
inmensos de la sombra,
la electricidad de la piel
porque en todo cuerpo hay otro cuerpo.
Conocer el límite de la belleza:
hay un tiempo anterior a los crepúsculos.
Pintar la calle con un gesto
que el tiempo ha definido,
encontrar las luces en la niebla.




EN UN ESPEJO....

En un espejo sin fondo
te has mirado y has sentido
la memoria urbana de la nieve.
Todas las huellas que dejaste
ardiendo tras de ti, los nocturnos
paisajes en la duermevela de la luz
(la luna es animal de fondo,
disparo del tiempo
que huye),
                 los telones del mundo
y los vértices del día, inalterable
silueta en las horas
más altas del frío;
todas las huellas
que dejaste tras de ti,
                                y con el nombre del mar
te he amado y te he besado
en el silencio de esta orilla.



L.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL FANTASMA


Voy paseando a mi perro y estoy muerto.
Soy un fantasma
que ha venido de la muerte.
La ciudad es un reflejo de la nada,
mi voz está encerrada y hace frío,
la nieve está cambiando en cada esquina,
diciembre es un mes muy peligroso,
la tibieza juguetea
en los recintos,
                         y los días son un hilo
tan frágil
que se puede romper aquí mismo,
en este paso equivocado o en esta vieja sombra.

Luz. El perro y su correa. El parque.
El café en el bar de siempre. Aquella farola
todavía velada por la lluvia. La ventana sin regreso.
Los ojos del suicida. El ruido de ese coche. Las plumas
del gorrión que dónde ha estado
antes de que lo dejara de mirar.
El golpe de una puerta, los laberintos del frío.
Deja que brille el mundo y poco a poco
te irá rompiendo la memoria. He sido ese
que ya no es, que ya no está,
que ya no sirve para nada.

Palabras vacías
que el canto arrastra
hacia otra luz.
Crear una frontera y otra forma
de estar contigo, poesía, extraño mapa
invicto, pues no apaga
lo vencido. Juntar rostros
de mujeres que no extinguen la belleza:
la definen y la alargan
en este sueño de psiquiatra.
Cómo no volver por la misma muerte,
cómo apaciguar este incendio de metáforas.
Tengo un euro veinte en el bolsillo:
tomar una cerveza,
pintar otro paisaje. No sé qué ocurre
ni qué es esta tristeza; sólo he venido de la muerte
paseando con mi perro, quebrando el tenso
tiro de la luz, los cables del olvido,
las calles del corazón
que va dictando a la intemperie
como un fantasma
del que nadie puede huir.