lunes, 10 de enero de 2011

NO HAY HUELLAS

V) 10-1-2011

No hay huellas.
Son los ruidos de Dios.

Mi camisa está sucia.
Mis manos sangran y ausentes respiran.

No hay huellas.
Son los mirlos del olvido.

Mi piel es estiércol amarillo.
Mi voz un perfume de la tierra.

No hay huellas.
Son los páramos abandonados.

Las piedras tienen rostro de cadáver.
El río es muerte sobre el cauce.

No hay huellas.
Son los vivos que están mudos.

Las gargantas de la luna,
sus semillas de luz verde.

No hay huellas.
Es el lugar de la nostalgia.

El tomillo crece en las afueras.
Hay liebres escondidas y conejos tibiamente agazapados.

No hay huellas.
Es lo triste y lo que huye.

Vienes con los ojos
taladrados por el sueño. Es un cuadro
de Giorgio de Chirico.

No hay huellas.
El amor se me destruye a casa instante.

Vienes y te amo
y empiezas a amarme,
y empezamos a estar sobre la tierra.
Gritamos en lo yermo.

No hay huellas.
Morimos en el día que gira hacia los bosques,
hacia los bosques hundidos.

Las líneas de tus manos
–caricia o beso que destruye–
son versos de René Char.

No hay huellas.
Ya no están las golondrinas
sobre el agua. Ya no miro
a los sauces olvidados.

Hay un piano vomitando
las muertes de Chopin.
Ya no escucho los ruidos de entonces.

Ahora hay un dios sin forma y sin principio.

No hay huellas.
Todo se ha ido con el día lento.

No hay huellas.
La calma es tristeza que estremece.

No hay nieve. Ni pájaros.
Es un desierto sobre los guantes tendidos de enero.

Una puerta como un vientre,
una ventana sin luz hacia la aurora.

La madera y la miel,
el trigo y el viento.

Las alas de un ángel de cartón.
La ciudad se disfraza de mentira.

Conocemos el lugar. Sabemos que es mentira
este telón. Hay un teatro de músicas antiguas.
Vienen de muy lejos. Empiezan en el agua.
Salen a veces de tus ojos y se parecen al silencio
cuando lo rompe la caída de una aguja.

Todo parece
fluir hacia la vida.
Las últimas nubes dejan sus ascuas
borrosamente como espejos encendidos.

Todo es lágrima y pincel:
ceremonia de rostros que suceden.

Pero no hay huellas.
Sigue sin haber huellas
y amo al dios abandonado
que me levanta de la muerte.

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