lunes, 10 de enero de 2011

LUIS ESTABA...

VI)

Luis estaba en la Biblioteca de Filología
eran las cinco de la tarde y quería escribir un poema
directamente a ordenador
y con ganas de suicidio preventivo
tenía una antología de Juan Liscano
y no sabía muy bien qué hacer con su memoria

a veces pensaba que la poesía era un lugar deshabitado
pero no importa
mientras nos tiremos desde la misma azotea
y vayamos de cabeza al cielo
después de rebotar el alma en la calle y esparcirse la sangre
lentamente por toda la ciudad

no importa mientras tengamos el mismo ruido
y el mismo corazón de las súplicas como pequeñas cajas de ajedrez
para mirarse a la sombra de mañana con cuidado y desengaño
de perfil y de historia y de arrecife
con cuidado del tiempo que no pasa con el mismo gesto
(dicen que es el más peligroso de todos)
el hondamente más peligroso brutal y tal vez ciego
porque dicen que nunca se asoma hasta la muerte
y que llegan sus ojos que aparecen desnortados
y el norte se llena de moscas de ballenas de buitres y gusanos
siempre me gustaron los insectos
a Luis siempre le gustaron los insectos
y sabía que algún día que algún minuto equivocado aparecería de nuevo
la maldita escritura automática
como virgen cautelosa del pasado

tengan cuidado si se miran al espejo
hay poemas de un autor venezolano
sobre la mesa de escribir rayar la tinta con la sangre
y la voz que se levanta del silencio
con el ruido y con la tarde y con el ruido y con la noche y con el ruido
la poesía –iba diciendo– es un lugar deshabitado
pero donde puedes quedarte a vivir una temporada
mientras no molestes al demonio

excavamos el mismo sueño
allí donde las casitas sonreían
y los jardines sin historia escribían su condena
o su tregua o su tratado para la guerra
el manifiesto el informe el documento personal
en los archivos sagrados de ese dios
aquí es donde lo veo
es aquí donde lo veo
y es aquí donde lo veo y lo levanto
hacia el mudo corazón de las estrellas
hacia los muros destruidos y apagados
y los espejos temblantes del lugar
siempre dije que las sábanas no mueren

y nada tiene un cauce sin la historia de la muerte

a Luis le gusta escribir demasiado
y se tira por un puente en un espejo
porque el espejo es un sueño como carne de buitre
como águila de león como yermo de hienas
como violines destrozados en el aire
y entonces digo la pregunta silenciada
y entonces vuelvo a mirarte como te miré ayer
y te estoy mirando todavía
no te olvides de tu rostro
eres más bella que el silencio del mar
el hechizo o el rumor de las olas
ahora recuerdo aquel barco en el que viajaba con mi tío
Tarragona es una ciudad hermosa para pasear y para pasear y para escribir
y tal vez para morir
porque allí la vida no tiene forma de derrota

y entonces digo lo mismo
que he escrito unos versos
ocultos en mi cuerpo
salen de mí como la sangre cuando se escupe
o se respiran los cuchillos punzantes de la luz
y la noche es un desierto demasiado largo
tan largo que no vienen las guaridas
a escribir sus temblores en la lluvia
los cadáveres del tiempo están intactos
hace frío y hay silencio
te miro todavía y te duermes o te mueres de lado
y te sigo mirando con mi rostro demacrado y dolorido de la vida
ya los mirlos se han marchado
y el invierno es un piano en tu ventana de niebla
quién me ha visto y quién se queda
a dormir en las cuevas transparentes del abismo
en las gargantas del tiempo
en el filo del poema como sangre
en la sangre como lluvia
en la lluvia como tierra en los pulmones
no respires la arena porque nunca será luz
sólo yo te escucho
aquí ahora siempre en los túneles abandonados
del olvido como bosque de serpientes y resina azul
la plenitud y la ceguera de los cielos esteparios
mojados por el polvo o la ceniza
ruinas de humo sobre el páramo

sólo yo te escucho y te poseo
y tú puedes poseerme y me escuchas y me chupas la cabeza con las nubes
agrietadas como un lienzo de Tiziano
y la ciudad donde estuve en otra vida
vuelve con las últimas luces de la noche

quisiera cambiar de rostro
y empezar un nuevo cuerpo
abrirme a la vida
como se sacian los caballos en el agua
los ríos tienen ese olor inconfundible
escuchas el rumor del fuego
las llamas son la vida la chimenea el sillón
beato y circundado por relojes amarillos

las nubes están llegando
recuerda que te dije que te amo
estoy aquí
mira
dónde




10 de enero, 2011

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