domingo, 23 de enero de 2011

CUERPO SALIENDO DE LA TIERRA



Miradlo:
es el mismo desorden,
el mismo viento subastado,
la misma ceniza,
la misma nube de amor,
el mismo cuerpo, el mismo
temblor de fondo, la misma
nostalgia,
el mismo pájaro,
la misma latitud,
la misma noche inmensa.

Ahora el silencio cae sobre las calles.
Reina una luz antigua que ya no es esperanza.
Es la poesía
que sale de las gargantas, los perros
que vienen a mordernos
y no saben respirar, amar
los horizontes
sin la necesidad del hambre.

Ahora el silencio cae sobre las calles,
cae como un tambor oscuro
sobre el templo desnudo de la noche.

Esta es la casa del hombre.
Esta la casa de mis ojos,
la casa del saber
desde la belleza de la ignorancia.

El miedo es una cruz en mis zapatos.
El miedo cae
sobre el suelo como una avispa ardiendo.
El miedo reina
en la oscuridad de las sillas pobladas de insectos.

Y es la ignorancia antigua,
el conocimiento último,
la muerte transparente y devastada,
la aridez de la madera
y las puertas de las casas de la luna.

Mirad: otra ventana,
otro sonido que traspasa los muros,
atraviesa los desiertos
de punta a punta de la luz.

No busquéis otro amanecer,
porque ninguno es más bello que éste.

Esta es la casa de Dios,
la casa del padre azul:
yo le ofrezco mis poemas
a cambio de alegría.
Pero no, no debo pedir nada a cambio,
nada a cambio de nada. Sólo
agradezco la lluvia
y las tardes de noviembre con el aire dispuesto,
ese tono del cielo
cuando el ocaso se rompe como un párpado.
Ese veneno de ceniza,
ese amor, ese latido siempre.
Los árboles se queman en mis ojos,
inventan mi mirada, mis pasos, mi leche de luz,
y construyen puentes para el viento.

Sí, miradlo:
es el viento que tañe como las campanas de noviembre.

Es el poema
en la mesa del rayo
(el hombre necesita del amor y del rayo),
y comemos el pan negro de los puertos,
el sucio corazón de las gaviotas.

El mundo es esta lágrima
mezclada con la sangre de la noche,
cayendo del tejado, saltando
las ventanas de las casas de la luna.

La flor del mundo,
las estrellas,
las estaciones erosionadas por el rumor celeste de las sílabas.

Sí, son regiones,
regiones celestes donde habita la nostalgia.
Un día estuve allí,
allí nacieron mis ojos
con la luminosa intervención del mar.

Es la flor del mundo,
el destello del mundo,
la alegría del mundo.

Es la música del mundo,
la belleza de esta tierra: sueño o paraíso
de nadie porque es nuestro.
(Es nuestro, y por eso no es de nadie).

Es la flor del mundo,
la ebriedad del mundo,
el instante del mundo.

La belleza de esta tierra: sueño o paraíso
atrapado en una lágrima de alas.
Alas sobre el mar, ciudades invisibles sobre el mar,
cuerpos de mármol sobre el mar.

Viento sobre el mar, tardes sobre el mar,
velas incendiadas sobre el mar.

Al fondo un barco
enviado desde la luna.
Y trae un perfume:
huele al puerto que hay
junto a las casas de la luna.

Son los poemas del mundo.
Son los corazones congelados de Ledo Ivo,
congelados para que vuelvan otro día,
para ponerlos en marcha
frente a otra eternidad.

Flor del mundo,
andamios del mundo,
fugacidad del mundo.

Es la sal del mundo en las uñas cenicientas de la tarde.
En los lobos disecados de la noche,
en el cadáver del reloj de los ratones.

Flor del mundo,
abismos del mundo,
sol de la ebriedad.

Vientos del mundo,
ciudades del mundo,
fantasmas del mundo,
escaleras ocultas del mundo,
desiertos del mundo,
mares del mundo,
luces del mundo naciendo en otro mundo,
ésta es la carne del caballo de la infancia.

(Muertos del mundo, minutos del mundo).

Ahora el tiempo se detiene sobre las calles.
Mirad: hay un niño de compras con su madre,
y una paloma sobre el hombro de un anciano.

Aquí, vedlo, callad un momento:
se oye un pájaro de espejos apagados,
y una cortina blanca
del tamaño de una madrugada.

(Vedlo:
el mundo se está hundiendo
porque no puede soportar tantos espasmos de belleza).

Un cuerpo sale de la tierra,
un dios ha heredado
este páramo de fuego.



L. LL.
Escrito la noche del 3 de noviembre de 2010, en silencio absoluto, bajo la lámpara,
a diferencia de otras veces (que escribo de día).

Es el poema que da título a mi blog, pero hasta ahora no lo había mecanografiado.
Del ciclo del libro Los ríos celestes, que por cierto se publicará este año. Al final no incluí este poema por despiste al hacer la selección de entre un montón de poemas.

Espero que le guste a algún lector de poesía.
Saludos desde mi guarida.

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