viernes, 3 de junio de 2011

ESTOY BORRACHO

Estoy borracho.
Miro pasar las cosas
desde esta ventana, incierta como un destello,
como un cuerpo que no cabe en una boca,
como un mensaje preparado para nadie,
como un lugar que no existe.
Es un río de cosas
y el agua a veces se parece al fuego.
Es un río de cosas
y la noche es blanca y larga. Ha pasado.
(Tal vez estos ojos sean el rostro de la vida.
Tal vez no tienes esperanza alguna de decir amor,
de nombrar la muerte).
Los relojes duermen. La ceniza acaba. La noche comienza
largamente como una mano amarilla saliendo del olvido.
Y la mano no era un árbol. Era el amor, era la luz, la música, quizá tu cuerpo.
Sí, yo lo recuerdo. Yo lo recuerdo y no sé qué tengo escondido en el corazón,
qué raíz está latiendo al fondo de esta brisa, encendida y únicamente mía.
Y nunca, y siempre, y todo, y lo que está lejos, y lo que termina.
Todo es una frágil apariencia
de rostros, de lugares, de cervezas. Estoy borracho.
(Tocaría ahora la espalda de Conchi, los labios de Laura, la sonrisa de María,
los ojos de Clara y su voz de niña.)
Todo es un ensayo del deseo, una canción que se parece al mar,
una ausencia presente o una espera.
Todo es un amor como una línea floja
borrándose con el vacío.
Todo es este cuadro místico, esta pintura desgastada,
este acierto del alma. Todo es esta extraña
metáfora encendida, este pulso
que sale de mis manos, estas ganas de comprar un alma
con mi alma. Y estoy borracho,
y lo sé muy bien en este día, y no sé qué poema
decirte junto al fuego, no sé qué aire, ni qué luz,
no sé por dónde empezar esta batalla.


Luis Llorente (Segovia 1984)

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