domingo, 22 de mayo de 2011

SOLILOQUIO DEL INSOMNE

Déjenme en paz.
Esta noche de silencio
aprendido y recordado, escribo de nuevo
unas líneas sin saber a dónde.
El viento se quedó con el vacío.
Y el vacío colgaba de las manos.
Y las manos, hoy, una noche de mayo a la intemperie,
húmeda y de insomnio, y recorro la memoria de la lluvia
que sucedió hace un rato. (Ahora no llueve,
y no sé en qué pensar
ni qué decir para inventar una hora más,
o un minuto que no sea devastado, y no sé entonces
si tú estás allí, a lo lejos, mirándome
con rostro de insolente dios, o si soy yo el dios
que espera tu llegada). Humanamente solo,
estoy aquí escribiendo, con insomnio
y lentamente y en silencio, y es eso tal vez
la flor del día que se apaga
como distancia entretejida que no vuelve,
como voz sobre el silencio que empezaba
en esta tarde gris y sin aliento. (Y recuerdo
aquel tango: qué ganas de llorar…)

La música es entonces
un cajón sobre la muerte,
escondido faro
en un puerto repleto de preguntas
vacías, de nombres vacíos, de fechas mudas,
y casas y casas a lo lejos, y recuerdo el mar,
mi familia de la costa, y no sé dónde estoy
ni quien llega en esta hora, ni sé quién soy
cuando dentro de otras horas de tiniebla esté dormido
y mi cama sea un nicho
que se esconde en el bosque del tiempo,
quién seré en eso que ya habrá pasado, qué identidad
sucede en cada límite de muerte, en cada sueño que escribo,
y el vientre del amor, y los ojos del amor,
y todo esto que es la vida, pues soy joven
y a veces muestro mis poemas a un amigo, a un niño muerto,
tal vez a un pájaro que esconde en sus alas las heridas de este mundo,
y no sé ya qué digo,
                              qué lector
temblará en esta respuesta,
qué acertijo descifra
los perfiles de esta noche anónima, una más
que se consume, una más
que ya no vuelve, un velo de ceniza
cubierto por el miedo, atravesado por la vaga luz
de la tristeza sin nombre, definida a veces
en una lágrima oscura
sobre mi rostro fantasma, y mis ojos
traspasan el alma cuando me miro al espejo, cuando sé
que estoy vivo
y cuando sé que no sé quién soy.


Luis Llorente
23/5/2011
3:50 h.
Biblioteca Libreros

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