miércoles, 2 de noviembre de 2011

LLUEVE ANTE EL MURO DE SILENCIO


Y ahora llueve
ante el muro de silencio.

Hay una sombra en los ojos
de esta inmensa letanía: el poema se sucede
después de cada muerte. La noche empieza
blanda y transparente, el lento grito
de los siglos ante este
viejo muro. La lluvia lo recorre,
arranca el cráneo a las raíces.
Este parque no tiene mansedumbre.
La belleza dispersa, el ruido, la memoria del árbol, de la mojada
hierba negra. La noche se extiende.
Lo desnudo es natural, lo salvaje e insolente.
Aquí
bajo el árbol, el aroma de cerveza.
Esta música que va creciendo
por debajo de la piedra, desde el límite
que configura la distancia
y el encuentro con la lluvia.

El tiempo es ciego. Y la muerte.
Y todo lo que desata la espesura, las sílabas
del abandono, lo fugitivo
de los días. Y se van como perros muertos,
se alejan, dicen, escriben
lo que queda.

Y ahora llueve
ante el muro de silencio.


Luis Llorente
Salamanca, 2 de noviembre de 2011

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