miércoles, 19 de octubre de 2011

LA EXTRAÑEZA


Soy la resignación
de un violento olvido.
     Luz Mercedes Orrego

Y no me digan que está aquí
el borracho de siempre
ajustado a la venganza. La vida
corta como un cuchillo
y las cortinas del otoño
se van brillando hacia el oeste.
Nadie dijo que éste fuera mi sitio.
Y yo tampoco. No. (La verdad es que nunca lo dije).
Extraño es quien conoce la extrañeza.

Pero uno debe mirar
por encima de la sombra, y más allá de su propio
futuro coronado en la memoria,
debe saber que la sangre le roba el fuego a la vida
y la claridad a la luz; debe conocer el límite
en que dos cuerpos huyen de sí mismos, y un día tienen miedo
y tal vez se aman. Y es el ritmo de sus pasos
en la inmensa soledad del abandono,
un corazón vacío que rebota en la ceniza,
cuando el ruido habita pájaros
y las tardes se alargan como muros sobre la muerte.
El tiempo llega con sus alas
distintas y escondidas (porque todo es una máscara),
y entonces uno sabe que la suerte está cambiando,
que el otoño se devora como arena entre lagartos,
que hay fantasmas que se alargan en la sombra,
que hay espejos que se acuerdan de nosotros
y lugares habitados por la piel de la memoria.

Volver a esta ciudad es la definición más perfecta
de un violento olvido.



Luis Llorente
19-10-2011

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