sábado, 24 de diciembre de 2011

Tres poemas



Tenía la sed de un tumulto equivocado.
Un destino sobre el alba
se cumplía lentamente. Los tímidos paisajes de la noche
irrumpiendo, nombrando
la voz en duermevela,
las sílabas del mundo en sus palabras
transparentes, letra de agua, palabra
invisible sobre el canto,
reflejo de ti, anuncio
de la aurora, vientre largo
que se tensa como un puente, frutos
habitados, ternura de lo fértil: aquí
somos la palabra que nunca
diremos, y ahora la noche es una hormiga
perdida en el desierto, y sucede
a todo lo que ya
no ha sido, a todo lo que estuvo aquí,
con la sed de un tumulto equivocado.




En esta hora sagrada
te amo. La posesión no entiende
el mundo. (Nunca es posesión,
sino entrega). Aquí la noche en el umbral
dibuja los insectos azules del sueño,
los violines destejidos en la lluvia,
las lámparas
vomitando luz sobre el piano
en una sala vacía. Y el fantasma de ti,
ahora que vengo sobre esta dormida aguja
del cielo, es un cuerpo que se alarga
en el bosque de la espera, legítimo
temblor, nunca tanta muerte
compartida, nunca tanto origen
nuestro, nunca tanto amor
sobre los labios
de dos cuerpos unidos
por el fulgor de un largo beso.




Y mirarte
como rueda la luz
en las farolas de diciembre. Ebrio
de deseo, fingidamente amando,
rompiendo las costillas del silencio
y entregando
toda mi luz
a toda tu luz,
todos mis ojos
bajo el techo del mundo, ese arco negro
de la noche, ese muerto invisible,
ese dios que nunca escucha, la mirada
en la tierra, la calle sin tus pasos,
la locura que se agita, la ebriedad del tiempo
y su desgaste. El peso de la niebla

y el veneno
del amor.
La música del tigre
y su secreto. Escucho, comprendo
los animales sagrados, la costumbre
del encierro transparente, el interior sellado, ese oscuro
dominio,
el sueño líquido
chocando contra el muro,
el círculo de fuego. Escucho, comprendo
tu cuerpo y sigo
siendo tu noche. Escucho, comprendo
y te persigo
y me persigues,
y dame toda tu luz

como al vampiro le das sangre.


Luis Llorente
24-12-2011

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