miércoles, 7 de septiembre de 2011

EN CADA RECUERDO SOMOS OTROS



Las horas no aman
la ceniza de esta historia.
Aquí comienza un paisaje
y su leve ruido
habitado en la memoria. Aquí sólo
el poema como objeto de poema,
la incomprensión del vacío,
la voluntad de amar y de vivir
por encima de la sombra.
Es delito entregarse a la sorpresa,
ser un emigrante de la desolación,
recorrer ciudades y figuras extrañas
y nunca ser el mismo.
En cada recuerdo somos otros.
(Ahora estoy en silencio
y escucho el ruido
del corazón). Cada latido advierte
que estoy vivo,
que la memoria puede
descifrar paisajes o espejismos,
dictar el fuego de la vida.
Estoy aquí
como se rompe el alma
cuando mira al mar. Estoy
tan mudo
que no sé de dónde viene
esta alegría. O esta vaga tristeza
(al fin y al cabo es lo mismo),
esta música que fluye
al otro lado de la tarde. Y al fondo
hay una puerta,
se detiene un sueño combatido,
su implacable ruina, este deseo
oculto de ser libre, esta suerte, esta imagen
diferente, esta lágrima que comienza a abrirse,
esta sed de conocer mis propias manos,
estas ganas de tenerte (cuando pienso en ti
se detiene todo, y vuelven los lugares
donde estuve solo).

Esta sorpresa, estos despojos,
esta raíz
que brilla todavía, estos
muros tan solemnes
marcando el territorio,
todo lo que amanece y se desgasta
por encima de nosotros,
y la luz que suena al fondo
y lenta va temblando.

En el recuerdo somos otros.
En cada página, en cada paso
que sustituye a la muerte,
en cada mirada que se aleja,
en cada viaje
dentro del viaje, en cada súbita
cortina (y no separo
el sueño de la vida), en cada gesto
que se alarga,
en el insomnio compartido con los muertos,
en el error y en la locura.


Luis Llorente
Biblioteca Libreros, Salamanca, 7-9-2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario