martes, 23 de noviembre de 2010

PIRUETAS EN UNA SALA DE ESPEJOS

No ha sucedido aún,
sin embargo me veo
entre el humo de las locomotoras,
las voces,
el ir y venir de los pasajeros.
O en un muelle vacío.
Tu pañuelo,
tú,
mi barco alejándose,
el enlutado grito de mi barco.
Poco a poco el invierno
me ha ido desgastando:
sus árboles negros,
su agua lodosa
lamiendo piedras,
la bruma tumbada
sobre un horizonte de alambres
y chimeneas.
Un abismo a mi lado.
No lo ven los demás.
Un abismo de voces,
de ojos,
de fantasmas.
Siguen brotando manos.
La mano de Eugenia,
su temblor.
La mano de mi hija,
su dibujo.
Todas las manos pidiéndome,
exigiéndome,
y yo no soy capaz.
Todas las manos como plagas,
incendios,
cataclismos que me acechan,
me desnudan,
me estrujan.
Llevo tu rostro barajado
con vitrinas ortopédicas,
señas de tránsito,
anuncios de aspirina.
Soy el agua,
la espuma,
esa nube en el cielo.
No ha sucedido aún,
y ya pienso en nuestro amor,
en los días,
las horas de nuestro amor
como si el libro se hubiese cerrado
definitivamente.


Claribel Alegría,
de Vía única (Torremozas)

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