jueves, 18 de noviembre de 2010

ELLA

En esta hora de la tarde yo te abrazo.

La pesada fruta
tiembla y muere: tu voz alzada
en el viento que barre las fronteras
y borra todo límite concreto.

Tu cuerpo
es esta niebla sobre el parque.

Si estuvieras aquí,
te metería la lengua hasta el último suburbio de tu cuerpo.
Y el amor es esta calle suburbana.
Tu centro helado como un espejismo,
y te alzas y me hundo para nombrarte
como un barco que se estrella en extraños arrecifes.

La delgada música del llanto,
en esta hora de la tarde que comienza.
El deseo se inventó para nosotros.
Y hay lugares habitados por la espera.

Y tu cielo es un presagio inacabado,
o un planeta errante y denso,
o una lágrima que arde. Tu cintura
de nieve despojada de la luz
¬–y toda luz es un naufragio
en las sucias madreselvas de la tarde–
se dejará tocar por este fuego
mientras al fondo vuelan
los últimos pájaros,
y las nubes regresan con la misma muerte,
los muros antiguos de la ciudad cautiva,
las leyes de la lluvia que buscan un espectro,
todas las hojas del parque
levantadas por el último domingo,

y mis ojos en la niebla interrogando.


Luis Llorente
(Fecha de escritura: 18-11-2010)

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