martes, 2 de noviembre de 2010

LA LÍNEA, PUNTO DE LUZ...

La línea, punto de luz,
cementerio entre los dientes.
Fibra de amor en este maleficio.
Y aquí la calle es otro cuerpo,
ahora, ahora que pasa noviembre
y no veo ya lo mismo de entonces. Decidme
dónde, dónde se ha quedado
la hechizada música, esa nube que ya
no vuelve, y por quererla tanto
mis zapatos se oxidan de niebla y humo.
De tan triste, de tanto abismo desolado,
quiebra este pañal de luz punzante,
de afilada sangre, de hiriente beso.
Vacío, sombra, magia trémula del cuerpo
en estos pasos
que agigantan su belleza y su lenta mansedumbre.

Ahora la calle,
ahora la ebriedad, ya de dónde puede
venirme, entrarme su camino
en el alma,
el alma caminera de la tarde, dónde ya
venimos y hemos devastado
y estamos cumpliendo una promesa
como la distancia azul de un sueño,
de una pared de adobe o de diamante. Qué importa,
qué importa la materia, no soy el mismo,
venid, venid ahora
los sordos minerales de cerveza,
la tibia respiración del vino que se acaba.
Dónde, dónde la ebriedad. Juntos inventamos
este instante, es él mismo, y vuelve, vuelve,
es el que ahora está conmigo
muriendo en cada poro de abandono.
Mañana no, mañana estaremos todos
acabados y muertos como en una cita cumplida.
Pero el reloj eterno de la luz,
ese sigue ahí
rompiendo la marea desnuda del olvido y de la muerte.
Volvamos a casa, en esta hora de la noche
de noviembre como un árbol que amamanta sus raíces.

Y la cita no se acaba. La cita
son mis ojos rompiendo
el límite inexacto de la vida.


Luis Llorente Benito
2 de noviembre de 2010
Poema escrito después de emborracharme, directamente a ordenador.

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