miércoles, 9 de enero de 2013

SOLILOQUIO EN EL CAFÉ



Si he de esconderme, por seguro que será
en el mismo templo, en la luz de la Poesía:
                                                                John Keats

Escribo en un café,
cuando no pensaba que el canto
viniera a visitarme. Hay una emoción
extraña, diferente, en la piel
de estos días que vuelan
como nubes. Largo y tendido,
como una lluvia interna
que abraza la luz entre los árboles.
Porque soy un hombre extraño, y nunca fui
feliz sin pretenderlo. En el sabor del café
hay una líquida belleza,
como una presencia cotidiana.
La luz del bar
va llenando la mañana fría.
Leo una antología de Keats y pienso
en la costumbre del amor, la última ascendencia,
estas horas que se alargan
como signo indescifrable.
Muchas veces recuerdo lugares
donde fui feliz,
el temblor de un cuerpo desgastado en su deseo,
la incomprensible alegría
de caminar bajo la lluvia con la mirada imposible
una tarde de invierno.
Ahora recordar un día de noviembre,
un minuto sagrado entre la niebla,
la huella de un incendio que quedó sin tiempo.
Esta ciudad te ha conducido
al extrarradio, a un laberinto de aceras
y miradas donde tu monodia
no se interrumpe.
Las líneas de una mano, la sombra en el cuaderno,
esta pátina de irrealidad
que tiembla en el instante.
Pienso cuanto escribo,
los versos me definen,
vengo de un lugar
más extraño.

(Suena una canción de Vetusta Morla: la vida es esto).


El Antiguo Café, Segovia, 9 de enero de 2013

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