martes, 29 de enero de 2013

LAS CENIZAS DEL AMOR




El humo letargo del contorno, el labio reluciente.
                                                                 José Lezama Lima


He caminado por un simbólico lugar,
la realidad del sueño.
Una mujer que conocí hace tiempo
me decía que me amaba, era febrero
y los días eran casas invisibles
como en un reloj secreto.
Allí estuvimos largo tiempo,
tendidos bajo el arco de la lluvia,
como el latido que une
las manos con el mundo.
He soñado con ella y he vuelto
a quitar el daño a la memoria.
Todo son faros tristes
que apenas iluminan, puentes tendidos
en la fiebre de lo gris,
paseos junto al cadáver de uno mismo,
signos desterrados, momentos extinguidos,
la caducidad de la alegría azul y deseante.
He caminado y he visto
toda la luz del labio reluciente,
su rostro coronado
como un pulso sin descanso. Junto a ella
las horas no pasaban; nada importa
sino el tiempo que crece sobre el tiempo,
las nubes que se acercan
como ángeles que cubren el invierno,
la tristeza del frío y de encontrar la llama
entre todo lo mirado:
aquí estoy más atento
a los ruidos fugaces que vienen a salvarme.
Alejarse de ese extraño paraíso,
recuerdo o llanto, vértebra
de lo oscuro, señal de amor
lejana; ya nada, nadie, volverá
como volvieron nuestros nombres
una mañana de febrero de 2011.


 Luis Llorente
25 de enero, 2013


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