lunes, 14 de enero de 2013

LA MIRADA



                     viendo la lentitud con que se pierde
                     serenando su fin tanta hermosura
                                               Jorge Guillén


Los días viven. Cautiva está
la felicidad de una mirada
entre las sombras de un piano
que suena y se alarga
como los muertos de la luz
en el mar de lo innombrable.
El músico toca sin estar,
el mirlo vuela sin el vuelo.
Una composición inaccesible,
un cuadro donde los niños juegan al invierno,
un rincón donde amar
la monodia interrumpida de la mente.
Cuando paseo hay lugares cambiantes,
las formas son el rostro de un fantasma,
los pasos arden en la lenta tarde de enero.
El día es un bosque perdido
y su órbita una mano de fuego
abierta para conmemorar nuestra alegría.
El poema es un reflejo
de mí mismo: soy otro muchas veces
y no estoy. Y no quiero estar aquí:
la rutina no es lugar para la magia.
Esta voz es el comienzo
de un gesto repetido: hay una deformación en los objetos
que me permite descender
como la lluvia en el fondo del silencio.
Hay una extrañeza en lo observado,
y el instante legitima
su reflejo.
Y no hay guante negro para el tiempo. Sólo nos queda
lo que vemos, lo que somos sin nosotros,
la otra inteligencia que nos mueve. 


Luis Llorente
14 de enero de 2013
(escrito en el móvil mientras caminaba)

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