martes, 5 de abril de 2011

ESCRIBIR


Escribir
como se aclara
el agua sucia de los puentes.
Rayar la noche, esbozar,
ensayar el tiro y la distancia
con la bala que asombraba a tus palabras.
Escribir
como se inventa el humo.
Escribir lo mismo que un cuchillo.
Escribir como la sangre
flotando en el río,
como el alma sumergida en el desastre,
como el abismo de un sueño de dilatadas profecías.
Escribir el manantial de la respuesta,
o el grito de la tarde en los tejados.
Primavera absurda: cuánto calor desata furia.
Furia,
furia,
furia,
la del poema
que empieza a morderse la lengua, la del aire
blando y seco, la de tus manos
húmedas por mí (cuando me miras
y no sabes qué decirme),
la del zapato viejo que destruía el horizonte
en las últimas agujas.
Oíd
el canto del ocaso en los escombros de un nuevo país,
los despojos del día destruido,
la herencia de tu extraño viaje,
el grito sordo del camino que serpea
y los árboles aquellos que nos miran. Oíd
el sur de la serpiente, el enigma
de un labio en otro labio,
un cuerpo frío que se acaba
y proclama incertidumbre en cada pulso,
en cada latido de lluvia profanado,
y de luz, la luz que escucho
con la piel sudando, en esta tarde de abril
tan calurosa, tan devastada y ebria
porque empiezo a entregar mi cuerpo a las tabernas.
Escribir como se dice adiós.
Escribir igual que un hombre le tapa los ojos a una mujer
para decir su amor. Para decir su vida.
Escribir con ese gesto milenario. La noche
vendrá a buscarnos

y no habrá vendas para cubrirla.

Escribir en la guarida múltiple.
Escribir en el instante que se ha ido.
Escribir en el reflejo de lo ausente.
Escribir como te digo adiós.
(Y ya no está ese día. Y ya no vienes a buscarme.)
Escribir en los cansados acertijos.
Escribir en las promesas incumplidas.
Escribir en los códigos del ajedrez secreto.
Escribir como te digo nunca.
Escribir como quien entra en casa,
y dice muerte, y dice barco, y dice adiós.
Escribir como se dice lluvia, con un alfabeto
extraño y confundido.
Escribir como se dice siempre, como se nombran
las gargantas de una nube.
Escribir como se clava el tiempo en la ceguera.
Escribir en la raíz de los duendes que se pudren.
Escribir como un color que suplanta a los desiertos.
Escribir en lo transparente del viento. Escribir aquí
y no decirte que he venido.
Escribir con la memoria desgastada,
cansado, sin aliento.
Escribir con la musa extendida por toda la ciudad.
(Como un vino derramado, que inmensamente nos persigue).
Escribir en tu nombre mi poema.
Escribir como quien dice adiós.


 L. LL.
5 de abril, 2011


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