viernes, 20 de mayo de 2011

un poema muy malo

Quiero meterte mi boca en tu boca
como un sueño, ascender lascivo en tu garganta,
lamer el aire en que reposa toda la muerte
de toda la luz. Extinguirme contigo
y húmedo abrazarte. Meterte mi lengua
hasta meterte otra cosa
cuyo nombre no es demasiado romántico.
No es demasiado romántico
como no son los soles hundidos
como frutos desolados
o páramos que entregan su silencio y su venganza,
su soledad, su olvido. No es
demasiado romántico que diga estas cosas ahora,
intentando acariciar tu nombre
como se acaricia el mar en un naufragio.
Quiero entonces meter mi boca en tu boca
y que asciendas conmigo
como en una transparencia,
en esta mañana que empieza radiante,
en este día de mayo, habitada claridad,
refugio donde pongo mis labios
como avionetas sobre el agua,
y el agua como cuerpo de río que corre y que se alarga hacia los puentes
de Dios. Y Dios como un secreto devastado
en que reposa otro dios, y otro dios a su vez
está llegando con la noche. Y allí quedarnos
y acercarnos a la muerte con tanta alegría,
con tanta plenitud, con tanto cautiverio,
como una cárcel donde todo basta.

Quiero meter mis ojos en tus ojos,
mi cuerpo en tu cuerpo,
mis labios en tus labios.

Quiero escribirte este poema
y que entiendas que te he amado
todo este tiempo sin saberlo.

Quiero decirte lo que no sabías
antes de que llegara aquella nube.

Y Dios como un secreto devastado
que se esconde y que oculto avanza,
casi oculto
como luz de un disparo que consiguió salir del paraíso.

2 comentarios:

  1. [...] intentando acariciar tu nombre como se acaricia el mar en un naufragio.

    [...] como luz de un disparo que consiguió salir del paraíso.

    Destaco estos dos versos, y te sigo leyendo en silencio. Un silencio ahora acompañado por el declive de la luz.

    Un abrazo, amigo Luis.

    ResponderEliminar