miércoles, 18 de mayo de 2011

MAÑANA LENTA

Si todo recomienza
fíjense por qué.
La calle, mis pasos, pasar pasando hacia la nada.
Hacia nadie. Hacia un ojo que se escribe en la tormenta.

Hay un lugar en cada esquina
del aire, una desnudez
última, una línea que separa
mis ojos de los tuyos.

Y cuándo he de saber que esto no es mío,
que esta es mi vida, tal vez,
que esta es mi muerte que comienza
y se va secando como vieja raíz.

Los párpados, el pulso del instante,
de una boca, de este nombre húmedo,
de este silencio antiguo y transparente, bello
y azul, azulmente puro, concreto y nítido.

Comprensible y cierto, este es el camino.
Mis pasos, mi sangre, mis pasos.
Los zapatos quejándose del suelo.
El pulso del reloj, el pulso de la sangre.

La sangre del reloj sin descendencia.
El poema que se aleja y que comienza
exactamente cuando acaba. (Es cierto:
todo empieza cuando acaba).

La mañana lenta me persigue.
(O yo a ella.) Avanza nítida, pura, correcta.
Es un fragmento de inmensidad
y no lo entiendo.

Y yo no sé qué he de decir
ni qué debo pensar. Sólo sé que la alegría
avanza por esta tierra cautelosa y virgen,
como un extraño tiempo donde todo basta.


Luis Llorente
Salamanca, 18 de mayo de 2011

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