martes, 22 de marzo de 2011

DISTANCIA DE BOSQUE (tres poemas iniciales)

ERAN ALAS EN REPOSO

Eran alas en reposo
y sendas escondidas

que no llevaban a ningún lugar concreto.

La tarde comenzaba
devastada como un muro sobre el vientre.
Y la piel muriendo, indecisa, seca,
se abría hacia los juncos y quedaba al fondo del mundo
ese río transparente y desnudo: azul
como los ojos del insomnio, amarillo
como las corolas secretas de la tierra,
como las últimas lluvias del verano suicida.



LA CASA COMÚN, LA DESDICHA

La casa común, la desdicha
y la lámpara
en esa noche tibia.

La lectura de un poema interminable.

Altas horas como barcos que caían como frutos,
como extinguidos ojos rompiendo los fulgores de la noche,
la marea del alma.

Página antigua y apagada.

Estambre rojo: tu sangre.



SI ME DEJAS MIRARTE

                                      que sepas que en el amor existen los suburbios.
                                                                                   LUIS LLORENTE

Si me dejas mirarte, solamente mirarte
y perderme en la noche como un cementerio de eclipses.
Si estuvieras simplemente lenta,
con tu cuerpo encendido entre dos velas, y simplemente
miraras el peso de la luna
sobre la estructura de la muerte,
sobre los caballos de la luz,
sobre el estanque maldito de labios sin amor,
viento del mundo apagándose hacia nadie,
si simplemente movieras la cortina
que separa la muerte de los sueños,
y jugaras con cuchillas de azúcar
en la boca del miedo, y temblaran
las paredes del día imposible,
señalado, faraónico, y los lienzos se cayeran de tu nombre
como se caen los minutos muertos al agua,
como se encienden los tejados en ciudades fantasmas,
si simplemente el ruido de los muros, la brisa en los ojos
secaran la lágrima de una hormiga que conoce las raíces del sol,
si simplemente el cuerpo pudiera destruir la cripta
donde se juntan las manos de dos tardes de marzo,
si simplemente te movieras un poco de tu nombre
y viniera tu lugar con un barco diferente al de la muerte,
si simplemente las estrellas midieran su apariencia en un hechizo,
si las nubes se inclinaran desoladas hacia las turbias floraciones de una vida,
si simplemente nuestros labios
se frotaran en el bosque y su espesura,
si ardieras simplemente y te entregaras,
si temblara el látigo del mundo
y los huracanes vinieran a salvarnos,
y la lluvia nos calara como Dios a los insectos de la infancia,
y encerraras esa hora en tristes cajas de zapatos,
y olvidaras la calle que inventó tu rostro cuando las moscas invadieron el amor,
y colmaras el vaso donde el vino imitaba a los aviones,
y escupieras el fuego en nombre de tu sangre,
y vinieras a decirme que amaneces con nostalgia de mi voz,
y rompieras el diamante que se esconde en las casas de la luz,
y el espejo te nombrara con la misma música de entonces,
si simplemente este verso se extendiera por las lluviosas regiones de fantasmas,
si simplemente te mirara en los suburbios del orgasmo.


Luis Llorente
Del poemario Distancia de bosque, parte 1: Floraciones

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