viernes, 4 de febrero de 2011

UN POEMA DE CARLOS ARRANZ

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El espacio se dobla con los árboles a media noche
como agujas de reloj de cocina en una pesadilla.

La lluvia estalla su ácido sobre todas las piedras
con absorbente paciencia metódica.

La luz cubre todos los vértices indolentemente
alumbrando igual un asesinato que una sonrisa.

La gravedad de un plato cayendo al suelo
es la metáfora perfecta
de que todos los átomos se pertenecen por igual entre sí.

La electricidad detrás de las paredes
ignora al colegial estudiando
bajo la luz de la lámpara.

El viento enfría los cristales
mientras el matrimonio ve la televisión un miércoles por la noche.

Dos adolescentes separados por ochocientos treinta y siete kilómetros
se ponen cachondos por internet.

Un cuchillo rebana como si fuera arcilla
el cuello de un infiel a otros ochocientos treinta y siete kilómetros
más.

El papel higiénico se va gastando en un albergue de Cantabria
al ritmo que se evapora un charco en New Jersey.

Las horas pasan de igual manera sobre los vivos
que sobre los muertos.


Carlos Arranz Ballano (Aranda de Duero, 1987)

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