domingo, 1 de enero de 2012

LECCIONES DEL RELÁMPAGO

1-1-2012

La herida el párpado que cae
oscuro se detiene
y la válvula del aire cuelga sobre las calles de enero
y el frío deja su lenta mansedumbre a la deriva
Nadie está nadie entra
Sólo escucho la sed y el nombre del olvido
El refugio la mecánica la invasión de tanta música

Nadie está Nadie sabe Nadie entra
en los ojos de la sangre

Sobre la boca del mundo el violín de la alegría
y tú infinita mirando las especies de mi noche

Te amo con los dientes del silencio
Me amas con la muerte de los tigres



1-1-2012

La lección del relámpago
Light my fire
Light my fire
Light my fire

No me dejes con la boca
cayendo de la luz
abriendo el fuego
Encender el abismo Proclamar el vértigo
todo lo renovado desaparece
la memoria destruida
allí donde no había secretos
pájaros

y siempre
mirar las alas ensangrentadas
del tiempo y su frío
cadáver

No me dejes con la boca
cayendo de la luz
noche o fuego o tiempo

No me dejes caer en la tentación
de entrar hasta el fondo de tu cuerpo
y decirte que el amor era la noche
cerrada como un párpado



1-1-2012

El poema
estéril, el reloj
ardiente
de la tarde muerta. Sigue
el paso de la luz

y sigue y sigue la sangre
y muere y muere la memoria
y dice al alba el escrúpulo
del viento que no cesa
sobre
tus manos
agrietadas y los ojos de nadie
que se va
y se fue
y se ha ido
y entonces perseguir el faro del silencio
como húmeda y profética
venganza, y no digas que esto es un verso
sino un brazo que arde.



1-1-2012

Hay un niño en ese cuadro.
Hay un perro.
Hay un árbol.
Hay un pájaro.
Y la carne, la raíz, el manto
destruido de la noche. (Ese jardín,
la niebla de la infancia).

Y cómo esta mirada
hacia el lugar
inaccesible. Lo secreto,
lo de nadie,
lo que se tiende sobre mí.



1-1-2012

Este es el poema de la muerte:
hay un gato
con los ojos vacíos.

Esta es la entrega de la luz.

Lo efímero aparece. Se alarga. Nos engaña.

Y todas las presencias olvidadas
–destruidas por el bosque de la vida–
y en qué antiguo laberinto está la noche
y su puente al alba de cristal.

Hay una casa vacía.
Tierra de nadie.
No eres. Soy
tu espejo.


Luis Llorente, Lecciones del relámpago

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