Ustedes no conocen la poesía
desde este ángulo,
ni su inexacto brillo
que insiste en prolongarse, en durar
más allá de la palabra desertora.
Y es el cuerpo o la casa
lo que conoce el fuego,
y esa sombra que se aleja,
y esos ojos que no miran
tras la desnudez de su retina.
Ustedes han pisado este poema
con las mismas palabras
que un día se inventaron en el vértigo,
y si quieren cabe una sonrisa
tras la lluvia de distancias paralelas,
tras la piedra que renace en cada sitio,
tras mis manos mojadas y ateridas
inventando otra escena,
y se oculta la sed
para disimular
el extraño deseo de esos labios,
y para que ustedes al mirarse
y recorrer con su lengua
cada una de sus caras ácidas,
sientan un ligero cosquilleo
mientras la página fluye
y lo llamen poesía.
Luis Llorente Benito, agosto 2010
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