A la república de la muerte Hitler le puso otro
nombre y así
es como suena en las lenguas todas de la belleza: Frühling
desde entonces,
saison ciega con el número
39 que no es aire
para repetirlo, ronco como estoy
ahora en New York esperándola
sigilosa y blanca que venga
pasada esta nieve en el temblor de
los cerezos.
Gonzalo Rojas
nunca me gustó el alemán, no conocía el poema, es bueno.
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