Danzar alrededor de ti
en celo,
danzar con lo que sé.
Cercarte con el celo del decir,
hacerle la corte a tu corteza
resinosa, recién llegado
montar mi circo a la intemperie,
alrededor de tu cuerpo.
Salir después de mi decir,
después entrar en tu carpa
como un cuerpo entra en un cuerpo.
(pág. 104)
Un poeta dice de otro:
“este tipo miente.” Y nubes
ciñen su entrecejo, y las ovejas
suspenden su serena floración.
¿Cómo lo sabe? Era una escritura
poéticamente correcta, iba
contra lo establecido del lenguaje cotidiano
y también contra lo establecido del poético,
volvía sobre sus pasos –no exactamente:
un surco más abajo– cumplía
con las generales de la ley, imagen tras imagen,
fila india que entre dos levanta humo,
olía a incienso fuera de la recámara,
avanzaba hacia un Japón barroco, inexistente.
Y se oía el trote de un caballo.
¿Cómo supo el poeta que mentía el otro?
Es muy difícil no mentir en poesía,
entre una imagen, no mentir, y la siguiente.
Pero se puede. Lo leí en Miguel Casado.
(pág. 50)
Eduardo Milán
De Habla (Noventa poemas), Pre-Textos
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