La estancia cobró brillo de repente y el mirador
arrojaba nieve y rosas contra ella
silenciosamente colateral e incompatible:
el mundo es más súbito de lo que imaginamos.
El mundo es más demencial y profuso de lo que creemos,
incorregiblemente plural. Mondo y troceo
una mandarina, escupo las pepitas y me
embriaga la diversidad de las cosas.
Y el hogar llamea con un borboteo porque el mundo
es más malévolo y alegre de lo que uno supone
–en la lengua en los ojos en los oídos en las palmas de las manos–;
hay algo más que vidrio entre las rosas inmensas y la nieve.
Enero de 1935
Louis MacNeice (Belfast, 1907-Londres, 1963), traducido por Eduardo Iriarte
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