Cuando miramos a los ojos
caídos y tristes en el tedio de otros ojos,
sólo el cuerpo
conoce la belleza. He caminado junto al río
y el viento de los días era el mismo
que el de ahora. Acaso lo dicen estos ojos
que preguntan ahora
con hambre de alegría, bajo el frío
y el grito recortado de las calles,
y las calles también nombran la belleza
cuando suceden. Desconozco
si es el término que sirve
para nombrar la incertidumbre. Y sigo sin saber
quién es el tiempo, y a dónde voy,
por qué ayer estuve en este mismo lugar
y hoy conozco un reino diferente.
La música de muerte tan de vida.
Luis
Llorente
21
de enero
de 2011
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