Después de
todo lo vivido,
esta luz
argentina que me acoge.
La guerra
quedó lejos,
por fortuna
no la vi desde la muerte.
Todos los
amigos que se fueron, y otros
que buscan
otro exilio.
Buenos
Aires tiene rincones
tristes,
donde pasear
como un
fantasma errante
que no ha
visto otro secreto, y los cuadros invisibles
aguardan la
hermosura de estos días
sonámbulos.
Porque yo me salvo en mis poemas,
en la
pintura, en los besos a mi mujer
o en esta
soledad
a veces tan feliz.
Poetas y poetas
en la
ciudad inmensa de la Plata,
el frío
porteño de este enero secuestrado
por la
música de los bandoneones,
los tangos
que repiten el dolor
como un
paisaje interminable y cotidiano.
Los
cafetines donde escribir unos versos
que me
lleven a otro reino,
la monodia
de mi mente de fantasma,
las charlas
amables con Gómez de la Serna.
Cuidadoso,
paseante, observo
las
mentiras y los dones
de esta
ciudad inmensa. Sin prisa,
con la
calma de quien ha venido
a ver la
vida,
el instante
de los pasos y la felicidad
de este
exilio extraño y largo.
Los árboles
caducos, las largas avenidas, las calles
que llegan
hasta el puerto.
La
seguridad literaria: Retornos de lo vivo lejano
se está
vendiendo bien, los editores de Losada
están
contentos. Y es un libro de amor.
Pero detrás
de esta belleza
hay otro
paisaje en la memoria:
el hombre.
Cómo hemos podido
matarnos,
por qué las guerras.
Y aquí
también la dictadura.
"Cuando
Perón tuvo en sus manos
todo el
país y todos los resortes,
se fue
creando una situación más difícil.
Por
ejemplo, María Teresa había trabajado mucho en la radio
y era
popularísima, pues daba unas charlas
que se
llamaban "Charlas con María Teresa León"
por una
de las radios más importantes. Después,
cuando
empezó la televisión,
comenzó
a trabajar también en ella. Pero iniciaron las listas negras
y
nosotros quedamos fuera
de esos
medios que, al fin y al cabo, nos proporcionaban
la
posibilidad de ayudarnos a vivir,
porque
tú sabes que no sólo publicando libros se vive."
Pero pronto
nos iremos a Roma. Este no es lugar
para nosotros,
los que
vinimos
entre el
clavel y la espada,
con la mano
abierta de la libertad,
los que
combatimos el fascismo
y fuimos
siempre sospechosos.
Luis
Llorente
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