Se esconde
el tiempo
en la
abrigada música
que nos da
la luz y la certeza.
Los signos
ocultos
de la
indomable primavera
vuelan y
perfuman
este
encuentro. Late
la luz de
todo lo visible
y los
labios tendidos sobre el rostro.
Aquí lo
callado es permanencia:
han ardido
los guantes del invierno
para
entregar su llama
a los
espejos dormidos de una nueva estación.
Música
insalvable y acompasada muerte,
separado
espíritu
de la
memoria y de la fiebre. Miramos
el olvido:
lo nuestro es este canto
hecho de
luz, el hilo de las horas
sin
descanso, el fulgor del río
al fondo de
la ciudad y el viento
sobre la
lluvia que ha dejado
de latir.
Los pasos
recorren la
retirada calma
de este
día, un poema
trazando un
paisaje sin condena
en la
latitud de este silencio.
8-4-2013
Me encantó, y ese remate...
ResponderEliminarEncantaría en Valdivia tu poesía, Luis, espero nos encontremos por acá, lindo blog, bella poesía. Abrazo desde Chile.
ResponderEliminarGracias!
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