Escribir
una historia desatada
en los
lugares del abrazo,
la canción
submarina que nos sigue
y la fiebre
de los días
que ocultan
la venganza.
Salimos de
un abismo
y entramos
en otro. Nos oculta
la cadencia
de la luz borrada
y filtrada
en el espejo. Así podemos
mirar lo
que no somos,
separarnos
de la vida
desde otro
mundo
más
inmundo, repetir los gestos
de la noche
como quien reniega
de su
intento de suicidio.
La memoria
sonámbula
de lo que
una vez
fue
manantial de alegría
y certeza
en los pasos
insolentes.
Ya no soy
el que fui,
y orgulloso estoy
y me burlo
de mí mismo
y sé que
me acerco más al odio,
el odio de
amar a quien contempla
su rostro
perseguido por la luz,
su propia
estampa equivocada,
su propia
ruina.
12-3-2013
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