LLEGA EL
INVIERNO...
Detrás
sin fe campa la nada,
el
desperdicio inmenso de los páramos.
Carlos
Ortega
Llega
el invierno y reduce
todo
a la ceniza. No hay lugares
que
reflejen la nostalgia:
deformar
los gestos en un último vuelo
como
la curvatura de la noche.
Traer
el agua y llevarse la muerte, los días
que
acabando repiten la condena.
Abrir
la puerta, entrar en casa,
imaginar
la duda y los cambios de este viaje,
atreverse
a asomarse a la ventana.
Perseguir
el signo
que
es el daño a la intemperie,
reconocer
los espejos de la vida,
el
silencio del pájaro, los recintos
inmensos
de la sombra,
la
electricidad de la piel
porque
en todo cuerpo hay otro cuerpo.
Conocer
el límite de la belleza:
hay
un tiempo anterior a los crepúsculos.
Pintar
la calle con un gesto
que
el tiempo ha definido,
encontrar
las luces en la niebla.
EN UN
ESPEJO....
En
un espejo sin fondo
te
has mirado y has sentido
la
memoria urbana de la nieve.
Todas
las huellas que dejaste
ardiendo
tras de ti, los nocturnos
paisajes
en la duermevela de la luz
(la
luna es animal de fondo,
disparo
del tiempo
que
huye),
los telones del mundo
y
los vértices del día, inalterable
silueta
en las horas
más
altas del frío;
todas
las huellas
que
dejaste tras de ti,
y con el nombre del
mar
te
he amado y te he besado
en el silencio de esta orilla.
L.
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