En los
ángulos interminables
la historia
nace y repite su aullido
en rincón
perdido y sin fronteras
el dolor es
un puente hacia lo extraño
el incendio
de las puertas
la posible
anunciación
la espera
lágrima del beso inalterable
los mundos
contrarios en la seca y vasta luz
que ya no
nombra cuanto toca
hay un
espejo de habitada soledad naciente
un tejido
en las sombras de la mansedumbre
o letanía
del mar en el signo
que se
eleva y se destruye
por qué
reloj la hora se ha escapado
por qué
paisaje tus ojos han ardido
y escupen
su costumbre dilatada
Sólo el
temblor del día
insolente y
pertinaz
y las
líneas de la mano
o las
huellas de la aparición
en la voz
muda y moribunda
rompiente
del olvido y su regreso
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