El día
rompe
su última
certeza.
Alguien ha
visto
signos
vacíos
en el
silencio de la nieve,
trazados de
una luz
amarillenta,
hojas caídas
de un antiguo vuelo
que quiso
ser
olvido.
Aquí la mirada
es un beso
ante las cosas:
todo lo que
responde deja su ternura,
un
accidente de la nada
que separa
la voz de la memoria,
y la sola
palabra
que fluye
interrumpida,
y los
gritos del sentido y del deseo.
El día
rompe
su última
certeza. Hay lugares
visitados
de otra forma,
figuras
desteñidas en la muerte,
otro nombre para decir
su equívoca presencia.
21-2-2013
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